Miguel Marzana
Cuatro poemas de Héctor Hernández Montecinos
20 April, 2020
“creeré en esta mano
que escribe bajo mis ojos que no tienen donde ir
lo que significa que están muertos.
Este poema va y viene como la tinta
con que es escrito antes de congelarse bajo la lluvia”
En los poemas de Héctor Hernández M. la contemplación y la dilogía de las metáforas, llevan por senderos en los que las posibilidades del lenguaje, se abren a una lectura clara, que además tiene la capacidad de evocar lo que se busca a través de la poesía. La alusión a la experiencia y relación con la poesía, es un recurso que permite que el autor pueda hacer construcciones y observaciones agudas al momento de la versificación; en los poemas hay discernimiento de lo que se quiere del poema. Las imágenes, las circunstancias, las emociones y todas las partes dentro del/ los poema/s se acomodan de tal manera, que la forma y el fondo puedan constituir sin mayor problema, esa idea tan compleja que se llama poesía.
En esta entrega de poesía, el poeta chileno Héctor Hernández Montecinos nos presenta poemas a voz viva y en texto de su más reciente trabajo: OIII publicado en 2020 por Ril Editores y de Debajo de la lengua, publicado en el año 2009 por la editorial Cuarto Propio.
De OIII
De Debajo de la lengua
La mente es sueño (el tiempo no existe)
Para no tener que escribir yo sueño
como al cerrar los ojos tendido en mi cama
como al abrirlos en el túnel del metro.
Soñar con la profundidad de que todo no existe
ni siquiera ustedes que ahora me oyen o creen hacerlo
mientras yo los contemplo desnudos
y hago memoria de unas fotografías mentales
que perecieron en un incendio también mental.
En el principio la luz era agua seca
cayendo desde el cielo e iluminando
la sequedad de los desiertos
y los huesos convertidos en leyendas.
Seguiré soñando
creeré en las montañas
de esos mapas en blanco
creeré en esos mares
que son silencio en estado líquido
creeré en esta mano
que escribe bajo mis ojos que no tienen donde ir
lo que significa que están muertos.
Este poema va y viene como la tinta
con que es escrito antes de congelarse bajo la lluvia
o derretirse sobre las piedras mayas
que he soñado en estos momentos
para probar la falta de gravedad de las palabras
aunque nadie haya leído el Popol Vuh en el espacio
o tal vez sí
pues es más barato enseñar
que la Tierra es cuadrada
y que las personas de otros países se llaman extranjeros.
La mera neta del planeta es que no
pensando en que la ebriedad no es un estado
sino un pequeño pueblito donde se inventó el alcohol
y todos sus sinónimos
y donde hay una doble casa que es morada
rodeada de aves que sólo descansan sobre el horizonte
lleno de jirafas que recuerdan
armadillos que andan en círculos y tigres
que sueñan con la nieve que nunca han visto.
No hay un circo allí pero sí una mala noche
de ese alguien que duerme en mí mientras escribo
y murmura que le reventarán los ojos
con una espada ardiente y que la maldición egipcia
de la ceguera paulatina se extenderá hasta la eternidad.
La R es un puente
un intento de llenar el vacío que es la boca del cielo.
Antes y después de la catástrofe, cucarachas y poesía
…………..Esto de la poesía
me tiene mordiéndome la lengua
ante la muerte
para que no me vaya con ella.
…………..Conozco cada uno de sus nervios
y los músculos que la sostienen sobre el mar
donde nadan las palabras
que son cada día más reales
aunque no tengan sombra
palabras que no beben agua
porque abren sus branquias para que les entre el cielo.
…………..Tanto a los poetas y a los muertos
la tierra les resulta transparente como este océano
que tiene una infinita espiritualidad
es decir un alma que si existiera
sus ojos serían el cuerpo entero.
…………..Las nubes posan su pie descomunal
en esta playa de Huanchaco
aquí es donde se enterrarán estos recuerdos muertos
que de la mano voy trayendo
para pensar en el día en que todo se acabe
y mis bolsillos terminen en la atmósfera.
…………..Al escribir voy envejeciendo mi infancia
y lo veo en cada libro
en que uno como gato sólo dibujará ratones
para que las cucarachas se rían y digan “no moriré”;
sí, es triste el hecho de que toda esta historia
terminará en esta hoja de papel
con este dolorcito en el pecho
si es que mi corazón no fuera del tamaño de mí.
…………..Nunca salir del infierno
esta es mi última esperanza
en la geografía hoy es domingo
y todo ha sido translúcido.
…………..Donde sea que me pille la noche
me iré a volar con ella
enterraré mis manos en su espalda
para ver con mis propios ojos
atascados en sus cuencas
que mis huesos tienen miles de años.
…………..Qué más quisiera yo que Dios se riera
y se olvidara de que todo esto se acabará
observo los meridianos y paralelos de la palma de mi mano
para pensar que entre nosotros
viven manadas de kilómetros
y entre ellos los suspiros extraviados
no correspondidos
que una noche de estas volverán como un grito ciego
para recordarme que mi cuerpo a cada momento
añora su pasado de cadáver.
…………..Espero que baje la marea
y pienso en la aurora boreal que fue aquella vez juntos
digo aurora boreal para no decir
que fue demasiado bello para que durara más que esa noche;
en cada lágrima van resumidas decenas de poemas
y la sal del mar las atrae
quizá por eso esté aquí ahora
¿manyas?
…………..En la noche el sol baja al mundo
y se esconde entre los hombres
que tendidos bajo las estrellas
se lo imaginan durmiendo detrás de las montañas
o en el fondo del mar
pero lo que no saben
es que el sol también es un cuerpo celeste solitario
porque no tiene un rostro a quien mentirle
las estrellas cotorrean toda la noche
y la luna les canta viejas melodías para que se duerman
yo al menos puedo escribir este poema
y esconderme en esta página en blanco
que sería como un agujero negro
si tuviera unas gafas negras
del tamaño del universo.
…………..Nunca había imaginado un fuego tan invisible
para que se acabase todo esto
incluso la infancia que me da vueltas en la cabeza
no está perdida sino desencontrada
por eso mis hijos serán mis antepasados
y mi semen el charco de tinta de mis días violentos.
…………..Creo que estos son los últimos versos de esta noche
y este abrazo a la distancia será el más fuerte de todos
recordando la vez que nos caímos del cielo
ojalá mi corazón tuviera párpados
para que más rato pudiera también soñar.
…………..Sólo porque no te veo
es que puedo escribir estas líneas
y siento profundamente
que en todos los puertos del mundo
habrá un silencio por ti esta noche
mañana sólo quedarán cucarachas y este poema.
Héctor Hernández Montecinos (Santiago de Chile-Chile, 1979). Poeta, ensayista, editor y gestor cultural. Literato por la Universidad Católica (Chile) y candidato a doctor en Filosofía en la especialidad de Teoría del Arte por la Universidad de Chile y en Literatura por la Universidad Católica (Chile). Ha obtenido el Premio Mustakis a jóvenes talentos (1999), el Premio Instituto Nacional de la Juventud (2000), Premio Pablo Neruda (2009), entre otros, y la Beca Fondart (2004, 2005 y 2009), la Beca Fundación Pablo Neruda, Beca Fundación Andes (2005-2006), la Beca Doctorado Nacional Conicyt (2015-2018), entre otras. Ha publicado en poesía No! (2001), Este libro se llama como el que yo una vez escribí (2002), El barro lírico de los mundos interiores más oscuros que la luz (2003), Putamadre (2005), Ay de mí (2006), [coma] (2006 y 2014), A 1000 (2008), Un sueño mío (2009), La divina revelación (2011), El título de un sueño (2013), El secreto de mi mano (2015), Buenas noches luciérnagas (2017), 64 cajitas sobre la poesía (2017), Debajo de la Lengua (2009; 2019), entre otros; en ensayo ¿Por qué no reescribir? (2017).