Georgina Valverde

Georgina Valverde

El cultivo de la abundancia: una conversación con Roberto Phillips

7 March, 2023

En uno de esos calurosos y húmedos días de mediados de julio, me fui en bicicleta a City Farm, la huerta urbana más antigua de Chicago, para entrevistar al jefe horticultor Roberto Phillips. La huerta, que abarca dos hectáreas, se ubica en la esquina de las calles Division y Larabee, donde antes se erguía un rascacielos que formaba parte de Cabrini-Green, uno de los complejos de viviendas públicas más conocidos de Chicago, que en su momento llegó a albergar a 15.000 residentes. Poco después de la Segunda Guerra Mundial, la tierra y el césped de Cabrini-Green fueron recubiertos con concreto debido al costo del mantenimiento. La gente tuvo que vivir en tales condiciones por casi 60 años. El edificio que ahora ocupa la huerta fue demolido en 2002. En el año 2016, Ken Dunn, un visionario defensor del medio ambiente, quien fundó City Farm y la primera operación de reciclaje en Chicago, reubicó la huerta del sitio que ocupaba anteriormente en Division y Clyburn. Poco después, Roberto Phillips tomaría las riendas de City Farm. 

Georgina Valverde: ¿Cómo te iniciaste en la agricultura urbana?

Roberto Phillips: Como me gustaba estar al aire libre, terminé en el departamento de agricultura de mi escuela universitaria. Después tomé un par de clases de producción de verduras orgánicas, que realmente me encantaron, pero es una actividad que requiere mucho cultivo convencional en invernadero, lo cual me desanimó rápidamente. 

 ¿Como qué, por ejemplo?

Por ejemplo, cómo comercializar la flor de Pascua y los crisantemos en un mercado. Pero fue una formación muy provechosa. Aprendí a podar, deshojar, plantar correctamente, regar y a programar. Adquirí un mayor entendimiento de las plantas. De chico, nunca había trabajado con plantas.

Tus padres son de la Ciudad de México, pero tú creciste en un suburbio de Chicago.

En apartamentos, sin acceso a un jardín. No teníamos mucho acceso a la tierra. Me encantaba estar afuera jugando al fútbol, pero no establecí una conexión con la naturaleza hasta después de la secundaria. Desde entonces, me propuse ser custodio de la tierra. Pero no es tarea fácil, ya que vivimos en una sociedad de consumo propensa a seguir las tendencias del momento.

Como tu ejemplo de la flor de Pascua y los crisantemos; son plantas decorativas que básicamente se cultivan para los feriados y luego acaban en el vertedero. 

Y para eso hay que bombardearlos con fertilizantes químicos. Mi primer trabajo fue en un invernadero de orquídeas en Villa Park. Cultivaban dos o dos hectáreas de orquídeas bajo techo. Utilizábamos una cantidad de fertilizantes químicos… que se filtraban en el agua formando un gran estanque cubierto de algas. Cuando me pidieron que rociara pesticidas, me dije: “¡A buscar otro trabajo!” (risas) y lo hice. Después, pasé a ser jardinero de plantas perennes en los suburbios, con lo que gané experiencia en el suelo.  Entonces me dije: “No voy a hacer esto sólo por estética. No pienso limitarme a deshierbar o a cubrir perfectamente un sendero con mantillo”. Pero gracias a esa experiencia conseguí una pasantía en un programa de agricultura en Sacramento, California, donde aprendí los pormenores de los modelos de comercialización como la agricultura sostenida por la comunidad o CSA y los procedimientos adecuados de lavado, empaquetado y cosecha. De regreso en Chicago, empecé a trabajar nuevamente con plantas perennes, pero lo que realmente quería hacer era cultivar alimentos en la ciudad. Y así es como llegué a City Farm.

¿Cuáles son los retos?

Muchos quizás dirían el acceso al agua, pero lograr y mantener la fertilidad del suelo es un factor muy importante, lo cual ahora no existe en la ciudad. Debemos abordar la responsabilidad de restablecer la fertilidad usando nuestros residuos, tal como lo hizo Ken con los desechos de restaurantes y supermercados. Aprovechó la materia orgánica de Chicago para crear City Farm. Pero debido a la burocracia y los permisos ahora es imposible, y nos vemos obligados a comprar el compost, que es muy caro y viene desde Wisconsin, lo cual implica el uso de combustibles fósiles.

Eso es un gran revés para el modelo de agricultura urbana que Ken desarrolló. 

Efectivamente, las empresas y los residentes de la ciudad deberían asumir la responsabilidad que les corresponde. Claro, hay compostaje industrial, como Lakeshore Recycling donde Ken ahora lleva todo el compost que recoge de lugares como McCormick Place y Frontera. Pero no creo que sea tan eficaz como el que Ken producía antes. Tenemos que ser responsables de lo que consumimos y lo que desechamos. Es así cómo lucho por el medio ambiente. 

Ayer estuve hablando con Lukas Gilkeson, un joven ecologista sobre esto: la necesidad de aprovechar los residuos y la descomposición.

Si logramos eso, podríamos producir suficiente abono para restablecer la fertilidad en todas las huertas urbanas de la ciudad. También tenemos que plantar sistemas perennes, como árboles frutales y arbustos, para atraer a los polinizadores nativos y establecer la diversidad del suelo para que podamos empezar a ver algunas conexiones, como las que vemos en los bosques, pero que bien podrían duplicarse aquí en la ciudad. Podemos tener una ecología urbana que realmente sostenga y regenere la vida. 

Leí que Ken tenía un contrato con el Departamento de Policía de Chicago para recoger el estiércol de sus establos. Pero lamentablemente lo dejaron de lado y le dieron el contrato a otra empresa que, básicamente, lo que hacía era desechar el estiércol en el vertedero.

Esos son los sistemas que se siguen dando: uno crea podredumbre y el otro crea compost y fertilidad. Seguimos con nuestro intento de establecer muchas acciones positivas, pero es muy difícil mantenerlas vivas. 

Detecto cierta frustración en tu voz. ¿Qué te motiva seguir adelante, aparte de tu edad y buena salud?

(Risas) La gente que sigue llegando y aportando ideas para nuestra visión del futuro. La mayoría de nosotros estamos en el mismo canal, queremos ver algo más concreto. La manera como hemos estado practicando la agricultura orgánica es hermosa y cumple su función; sin embargo, queremos adoptar otros métodos, como el cultivo de plantas perennes y la creación de un pequeño vivero autóctono aquí en la ciudad. Estas plantas requieren de cinco a diez años para desarrollarse; pero una vez bien establecidas están aquí para quedarse y producir abundantemente. El modelo al que me refiero es la agroforestería, que consiste en la integración de árboles y arbustos en los sistemas de cultivo y de cría de animales para crear un modelo sostenible que siempre se regenera.

Estás hablando de un cambio radical de nuestra relación temporal, porque en nuestra cultura, ¡queremos comer pastel de cereza ya!, pero no queremos esperar a que los árboles crezcan.

Sí, es como un juego de azar. Todos estos espacios en la ciudad son efímeros. Depende de los dueños del terreno si nos quedamos o no. Así que plantar árboles puede que no tenga mucho sentido. Y me pregunto: ¿por qué el sistema está tan roto y cómo afecta al panorama general? Todo se remite a la responsabilidad que ahora mismo es nula y al cambio de paradigma en vez de concentrarnos en las ganancias. Puesto que la fertilidad será abundante, aunque todavía no la estamos aprovechando, las ganancias vendrán después. Pero por ahora se está convirtiendo en un vertedero.

City Farm es una organización sin ánimo de lucro y un proyecto del Resource Center que actualmente gestiona Patchwork Farms. Tanto City Farm como Patchwork Farms proporcionan acceso a alimentos nutritivos cultivados localmente, así como oportunidades educativas, de voluntariado y sociales. Los productos están disponibles en una escala móvil de pagos en el puesto de la granja en 2825 W Chicago Ave. los miércoles, de 4 a 7 pm y los sábados de 10 am a 3 pm. Para más información, síguelos en Instagram: @chicagopatchworkfarms

 


Georgina Valverde es artista, traductora, educadora y practicante apasionada de la jardinería y la agricultura urbana.  Sitios web: georginavalverde.com, societyofsmallness.com, Instagram @georginamakes