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Honduras: Drama de una traición anunciada
8 August, 2018
Como una obra de intrigas escrita por despiadado dramaturgo se va extirpando cada acto de este patético drama presidencial. La figura trágica es nuestro desamparado y empobrecido país. Desde la primera jornada, cuando se advierte la mano blanca de la traición, consideré los indicios y pensé en Salvador Nasralla cual personaje inmerso en peripecia, enmarañado en las trampas de la mitomanía democrática. Como funcionario leal y noble, mas acosado por fuerzas bien conocidas, nuestro personaje principal tiene como antagonista a un sociópata sin escrúpulos y como cercano aliado a un expresidente depuesto y posiblemente motivado por la venganza. Al principio de esta intriga de casa presidencial, donde se blanden dagas y se mociona la cicuta, no aparece el verdadero héroe todavía. Porque el héroe no cabildea en palacios ni palacetes y ni siquiera en oficinas. Pero en cuanto se descubre la gran traición, nuestro pueblo se alzó y se volcó a las calles de la ciudad sitiada. Todo peligra, los manifestantes están desarmados y la Policía Militar, ejército privado del presidente, espera la perentoria voz de muerte.
El trasfondo político
Sólo hay un antihéroe que ptuede sobrevivir en las cámaras oscuras de la casa presidencial sin salir destruido por la decepción, y ese es el animal político. La única manera de que la oposición tuviera impacto contra el régimen férreo del partido Nacional fue constituyendo la Alianza de Oposición (formada por Libre, PAC, y el PINU) con Salvador Nasralla como candidato presidencial. Pero la omnipresencia de Mel Zelaya, como coordinador general de Alianza, de inmediato puso en alerta a todos los poderes del gobierno, a empresarios, a los fieles aliados, la Iglesia y Las Fuerzas Armadas. Como fue evidente, ni el flagrante fraude, instrumentalizado por un TSE (Tribunal Supremo Electoral) obviamente vendido, pudo ocultar la masiva popularidad de Salvador Nasralla. Lo que sigue luego del complot del 26 de noviembre merece ser puntualizado.
Se esfuma todo prospecto de celebración de una victoria para la Alianza y el pueblo, que se opone al fraude y al gobierno, convoca varios paros con toma de carreteras. Las siguientes razones son más que suficientes. Existen claras evidencias del fraude electoral y se ha perdido credibilidad por completo en el TSE (Tribunal Supremo Electoral). El pueblo está harto del gobierno corrupto. Los estudiantes y los jóvenes en general han estado en la mira de operativos policiales, militares y paramilitares, y por lo tanto se unen al levantamiento. Al principio, por la descarada y ofensiva intervención de la Embajada de Estados Unidos que, en ausencia de un embajador asignado por Donald Trump, ha enviado a la Encargada de Negocios prácticamente a avalar el fraudulento proceso electoral. Después, por la decisiva de la OEA que, aunque reconoce el fraude, dicta que se realicen nuevas elecciones, legitimando por defecto a Juan Orlando Hernández quien evidentemente orquestó el mismo.
Los paros se realizan para dar alto al funcionamiento del país, poner presión a las instituciones y empresarios que apoyan al gobierno, con un contundente “inclusive” para reclamar el deshonroso papel que desempeñan la OEA y el gobierno de los Estados Unidos. Aunque los paros al principio tuvieron como objetivo principal poner en la silla presidencial al legítimo vencedor de las elecciones, las últimas manifestaciones, su mayoría espontaneas, revelan que el pueblo levantado no cederá hasta que Juan Orlando Hernández y sus funcionarios corruptos salgan del poder. La consigna inicial, mucho antes de las elecciones, es la consigna final después de las mismas: FUERA JOH!
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Pero ¿por qué tanto odio a Juan Orlando Hernández? Veamos su reciente hoja de vida.
El perfil criminal de Juan Orlando Hernández
Luego de las elecciones del 2013 en las que resulta vencedor, Juan Orlando Hernández cobra inmediata fuerza y se equipa con un gobierno de mano dura. Procedente de familia militar, no escatima al reanimar los mecanismos de brutal represión que fueron creados y entrenados por expertos estadounidenses, para operativos antiinsurgencia en los 80. Reaparecen las infames listas negras y los escuadrones de la muerte. El país, como Colombia en el pasado reciente, se conduce como si estuviera sitiado, blindado por militares y paramilitares sicarios. La diferencia siendo que en nuestro país no existen grupos de insurgentes armados. Opositores, activistas comunitarios, periodistas y estudiantes se vuelven presa fácil.
Con la intensificación de las labores delictivas y con la constante presión de la oposición, se comienzan a develar los secretos presidenciales y se va trazando el espeluznante perfil criminal de Juan Orlando Hernández. Entre toda una letanía de delitos y violaciones de la ley, el caso más infame de JOH y sus secuaces fue el robo de cerca de 350 millones de dólares del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), que dejó desamparados e inclusive causó la muerte de miles de ciudadanos necesitados de atención médica. Los fondos fueron repartidos entre cómplices y en parte utilizados para financiar su campaña presidencial. Por más que se volcó el pueblo indignado a las calles, Juan Orlando Hernández permaneció incólume, e inmune, ante las acusaciones. Como todo dictador, había logrado secuestrar todos los poderes del gobierno y gozaba, como sigue gozando, de impunidad dictatorial.
Honduras parecía despertar de una pesadilla y de pronto advirtió que celebraban un festín en la que ella misma era platillo mayor. Una vez en manos de los nacionalistas el país comenzó a ponerse en subasta al mejor postor. Así debió haberlo sentido el pueblo lenca al que pertenecía Berta Cáceres cuando compañías mineras amenazaban con apropiarse de sus tierras, de sus ríos. Entiéndase que para Berta no se trataba de una cuestión meramente espiritual, se trataba del sustento de toda una población que depende directamente del agua y la tierra. Habrá sustento más básico que la tierra y el agua. Hasta la fecha el gobierno de Juan Orlando Hernández no ha hecho más que encubrir a los autores intelectuales del crimen, poderosos empresarios y diputados del congreso. El asesinato de Berta Cáceres por sicarios pagados por los inversionistas millonarios es ejemplo claro del modus operandi del capitalismo brutal que se está imponiendo en todo el mundo.
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Otro tenebroso caso en el que figura el señor presidente, y el cual no se ha divulgado mucho, fue su participación directa en la legislación de las ZEDES (Zonas de Empleo y Desarrollo Económico), también conocidas como ciudades modelo (charter cities). En el 2012, como presidente del Congreso en el gobierno de Porfirio Lobo, Juan Orlando Hernández fue persona clave para destituir e incluso amenazar de muerte a los magistrados que se oponían al proyecto. Los magistrados José Antonio Gutiérrez Navas, Gustavo Enrique Bustillo Palma, Rosalinda Cruz Sequeira y José Francisco Ruiz Gaekel tuvieron que abandonar el país. Una vez reemplazados por magistrados vendidos, las ZEDES se convierten en ley(1). Como veremos, el impacto de este acto criminal tendría repercusiones mucho más graves y prolongadas.
Red Atlas, matriz de la Fundación Eléutera en Honduras**, bajo fachada de fundación con fines propiamente económicos, de capacitación y adiestramiento, solapadamente se dedica a la compra de influencias y a la difamación de líderes o activistas de proyectos sociales y, como objetivo final, a derrocar gobiernos de izquierda (ejemplos recientes, la Argentina de Kirchner y el Brasil de Dilma Rousseff) o a instaurar gobiernos de derecha, como el reciente caso de Piñero en Chile. Todo esto es indicativo de una realidad que ni los mismos estadounidenses quieren aceptar. El gobierno como tal desparece y quien dicta es la oligarquía. Esta es la razón por la cual las reacciones e intervenciones de ciertos senadores parecen distar de las que practican otros funcionarios de gobierno. Con la administración de Trump se han hecho notar más las ranuras por donde aparece la poderosa mano del deep state, la mano divina del oligopolio.
La respuesta a ¿Por qué JOH? y ¿Por qué Honduras? es la siguiente. La importancia del territorio yace en el papel histórico que ha desempeñado como región estratégica. Los gobiernos civiles y militares de Honduras se han venido prestando para las más viles campañas del imperio estadounidense. El “portaaviones USS Honduras” se ha venido desanclando desde el golpe de Estado (orquestado por la CIA) a Jacobo Árbenz en Guatemala, en 1954, hasta el infame sabotaje de la revolución sandinista en los 80, cuando el territorio nacional (Soto Cano) fue base de los Contras, en una guerra sucia que dirigió el Pentágono. En la actualidad Honduras tiene la base militar estadounidense más importante en la región. Soto Cano en Comayagua es hoy lo que fue el Comando Sur en Panamá antes de entregarse el Canal en 1999.
Un pueblo en espera de su Salvador
Si no recuerdo mal creo que fue Bertolt Brecht quien en Galileo escribió “Desgraciado el país que necesita héroes.” Esa es justamente la situación en la que se encuentra nuestro país. Aunque no sea un tirano de talla histórica o un político a quien se le agregue el epíteto de maquiavélico, Juan Orlando Hernández es el capataz de turno que cuida una de las fincas de Estados Unidos. Le queda corto que lo comparen, pero en las presentes circunstancias cuando Washington todavía, pese a todas las acusaciones, lo sigue apoyando, a Juan Orlando Hernández le sienta bien la famosa descripción que FDR hizo de Anastasio Somoza: “Pueda que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta.”
Contra este villano del siglo XXI, pero a quien se le podrían escribir catilinarias del siglo XIX, a lo Montalvo, porque tampoco es un tirano, sino un delincuente común; contra este sociópata de mentalidad de paramilitar, viene a disputar la presidencia un hombre sin experiencia política, pero sesgado a la lucha contra la corrupción que ha llegado al colmo y que, irónicamente, comienza a avergonzar incluso a los conservadores.
El sorteo de cartas de poder se dilata mientras tratamos de comprender todo. Se tantea si el gobierno de Estados Unidos y las oligarquías permitirán instaurar un gobierno con agenda reformista o socialista o si de nuevo internan este desvalido país a otros cuatro años de brutal opresión, ya sea con JOH o con una dictadura militar (muy posible alternativa, según nuestra historia). El asesor principal de Salvador Nasralla, el expresidente depuesto, Mel Zelaya, sin duda viene con encono vindicativo y de ninguna manera les daría seguimiento a proyectos iniciados por Lobo o por JOH. Por otra parte, la promesa presidencial de Nasralla contra la corrupción se sumaría para desbancar a todo funcionario corrupto. Y son muchos los acomodados y muchos los que incluso tienen inversiones en un futuro próximo, esperando las mismas concesiones que han estado recibiendo en los últimos ocho años de dominio nacionalista.
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De manera que otras elecciones serían como vivir la pesadilla otra vez. Como si el telón se alzara de nuevo y los actores tomaran la misma posición en el proscenio. Como lo escribí anteriormente, que la buena fortuna dé amparo a nuestro Salvador porque está por anegarse en Honduras, y todo indica que está preso en un teatro de errores. Primero, por haber cedido a participar en elecciones inconstitucionales y, segundo, si siguiera las directrices de la OEA, porque al presentarse a nuevas elecciones, legitimaría por segunda vuelta, al enemigo público número uno del pueblo hondureño. Este tipo de circunstancia, esta paradoja o absurdo tiene un mejor nombre en la lógica y no lo recuerdo y quizá no quiero recordarlo, para no pronunciar y de pronto profetizar nuestro confinamiento.
Por toda la complejidad del asunto y por todas las bajezas del enemigo y por toda la impotencia de los débiles y los sentimientos encontrados, en el fondo de mi sentir, creo que la mejor solución al asunto es la insurrección armada. En las calles de las ciudades sitiadas aumenta el número de muertos y heridos. La única y efectiva presión la está ejerciendo el pueblo con sus llantas y sus barricadas, con sus antorchas y cacerolas, como en guerra medieval contra un comendador desalmado. Todo se dilata. Y hay rumores de que se acerca la noche negra. Desde la casa presidencial Juan Orlando Hernández da órdenes de poner en marcha los malditos operativos de los batallones de la muerte.