Staff

Staff

Siempre jóvenes: los jóvenes del 68 a cincuenta años ni perdón ni olvido

6 August, 2018

 

Que vivan los estudiantes
Jardín de nuestra alegría
Son aves que no se asustan
De animal ni policía.

 

Y no le asustan las balas
Ni el ladrar de la jauría
Caramba y sambalacosa
¡qué viva la astronomía!
Me gustan los estudiantes
Que rugen como los vientos
Cuando le meten al oído
Sotanas y regimientos.

 

Pajarillos libertarios
Igual que los elementos
Caramba y sambalacosa
¡Qué viva lo experimento!
Me gustan los estudiantes
Porque levantan el pecho
Cuando le dicen harina
Sabiéndose que es afrecho.

 

Y no hacen el sordomudo
Cuando se presenta el hecho
Caramba y sambalacosa
El código del derecho.

 

El Mayo Francés de 1968 inundó las conciencias libertarias de los jóvenes mexicanos, principalmente estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional, La Escuela de Agricultura de Chapingo y los normalistas; desde el 3 julio que se lanzaron a las calles en protesta contra la represión y el autoritarismo, hasta la masacre del 2 de octubre de 1968, que selló unos de los pasajes más negros de la historia de México. La oligarquía en el poder y el PRI se obstinaron en apagar las voces juveniles a sangre y fuego.

 

Las consignas de los estudiantes en Mayo eran tan fuertes como se “Prohíbe Prohibir”, “La imaginación al Poder”o “Cuanto más hago el Amor más ganas tengo de hacer la Revolución”. Estos lemas estaban en las paredes, mientras se levantaban las barricadas para enfrentar al enemigo. Era una revuelta, una revolución.

 

En México, los estudiantes chocaban con los granaderos y el ejército, las calles quedaban llenas de sangre, en tanto la figura del Che comandante ondeaba en las manifestaciones y la multitud estudiantil levantaba las manos haciendo la “V” de la Victoria. “Hasta la victoria siempre, venceremos”, era el espíritu de la lucha, después de que en 1967 el Che Guevara fue asesinado por la CIA en Bolivia y traicionado por el Partido Comunista de Bolivia.

 

En Estados Unidos, los grupos anti guerra —los hippies con su lema hacer el amor y no la guerra— se lanzaron a las calles en agosto de 1968; obviamente los jóvenes protagonizaron el frente en contra de la imposición del Partido Demócrata que cerró la puerta con sus súper delegados a Eugene McCarthy, que era el candidato que hablaba contra la guerra en Vietnam. Esta protesta recibió un apoyo de grandes sectores del pueblo estadounidense que para entonces ya se oponían a la guerra de Vietnam. En esa escalada de guerra, el líder de los derechos civiles Martin Luther King, fue asesinado a manos del establishment y los grupos racistas que King combatió en sus manifestaciones por los derechos civiles de los afroamericanos. Para imponer su candidato, el papá Daley llamó a las tropas para reprimir a los manifestantes, en lo que se conoce como la batalla de la calle Michigan.

 

El 20 y 21 de agosto de 1968, los cinco países socialistas del pacto de Varsovia invadieron militarmente a Checoslovaquia, para evitar las reformas liberales del presidente de checo Alexander Dubeck, quien encabezó un movimiento conocido como la Primavera de Praga. Con la intervención en Praga se acallan las voces de los jóvenes de la Primavera de Praga y se restablece el poder del Partido Hegemónico. Esa invasión planteó la escisión del Partido Comunista Mexicano y otros.
En México, la generación del 68 cuestionó el autoritarismo y al partido hegemónico, que a bayoneta calada sacó adelante los juegos olímpicos de 1968. Las olimpiadas se llevaron a cabo por encima de la sangre derramada por cientos de jóvenes, obreros, amas de casa, hombres, mujeres y niños.

 

 

 

El gobierno no dio tregua al movimiento de los jóvenes y según los archivos de la CIA, tanto el presidente Gustavo Díaz Ordaz como Luis Echeverría Álvarez estaban en la nómina de la Central de Inteligencia y fríamente calcularon uno de los asesinatos más repugnantes de la historia, utilizando francotiradores que atacaron a las fuerzas armadas, por órdenes de Marcelino García Barragán, Secretario de la Defensa bajo el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, que será recordado como genocida, visto que en su informe de gobierno estableció “asumo la responsabilidad ética, jurídica política y por los acontecimientos del año pasado”.

 

Las jornadas del 68 produjeron una enorme contribución cultural, reflejo de una generación que se fascinó con los Beatles, con Joan Baez, Pete Seeger, Bob Dylan; y en México, con cantantes como Oscar Chávez —el caifan—, José de Molina y Judith Reyes, que llevaron su canto a las comunidades con el mensaje de la esperanza y la rebelión.

 

Desde luego, escritores que cambiaron en mucho el modo de pensar, José Revueltas, con su polémico libro El proletariado sin cabeza, Herbert Marcuse con El hombre unidimensional, Jean Paul Sartre, Bertran Russel, y el libro de Elenita Poniatowska La Noche de Tlatelolco; y películas como El gritoy Rojo amanecer.
El movimiento de 68 en México enarboló la lucha por las libertades democráticas, y entre sus logros se puede contar la libertad de los sindicalistas Demetrio Vallejo y Valentín Campa, además de la liberación de los presos políticos estudiantiles.

 

Para México aquí todo comenzó y ahora la nueva generación de jóvenes serán los que marquen cuál será la pauta. En Estados Unidos muchos jóvenes mexicanos a los que les han suprimido todos sus derechos políticos y de movilidad humana les toca dar esa lucha que se interrumpió después de la primavera del inmigrante del 2006.

Siempre jóvenes
Los jóvenes del 68
A cincuenta años
Ni perdón ni olvido