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SXSW 2018: De las diásporas, surge un universo musical sin géneros

8 August, 2018

Libro adentro, el sueño de la razón engendra monstruos que, aunque de papel, no son sólo imaginarios. El protagonista puede ser inteligente, emprendedor, encantador y astuto. También corrupto, codicioso, violento y despiadado, incapaz y poco dispuesto a frenar esas tendencias: es, sin duda, el arquitecto de su propia caída. De la pareja condenada, solo uno de ellos parece encontrar la salvación, al liberarse de su aislamiento autoimpuesto. La novela, después de un viaje en montaña rusa a través del vasto paisaje del inconsciente, no termina con la reconciliación o el regreso al hogar, sino con un dolor irreparable, en mitad del desorden y el horror del mundo.

Tal como en años anteriores, la trigésimo primera edición del ultra masivo festival de SXSW atrajo a decenas de miles de melómanos a Austin a cumplir con el feliz quehacer de disfrutar de una mínima porción de dos mil y pico de funciones. El lidiar con tal abundancia de riqueza musical requiere resistencia (hay música en vivo casi 24 horas al día) además de un buen par de zapatos y a la par, estrategia y logística y lograr un equilibrio entre tener oídos y corazón abiertos a las sorpresas que pudieran deparar los contratiempos sin que esto disminuya la determinación de escuchar ciertas actuaciones en vivo cueste lo que cueste.

Fueron notables varias tendencias que se pueden percibir en la música de esta edición del festival. Primero, ya SXSW se extiende a campos musicales en los que como festival indie y roquero no había incursionado anteriormente (por ejemplo, el jazz). Además o quizás por ende, ya los géneros se van fusionando de manera que clasificar la música como ejemplar de esto o aquello pierde sentido. Finalmente, con los movimiento de pueblos ya sea por motivos económicos, políticos, o culturales, estamos presenciando una música creada por verdaderos ciudadanos del mundo. A continuación, algunas de estas tendencias ilustradas por los artistas que pudimos presenciar en SXSW 2018:

La música de las diásporas personales

 

Hay ya un importante número de artistas quienes nacen en los senos de familias cuyos antecedentes combinan una serie de raíces y legados de lo más inusuales. En la serie de conciertos que presentaron Sol Collective de Sacramento, California y RPM (Revolutions per Minute Records) de Toronto, escuchamos la música de Kayla Briët, artista experimental de California que usa guitarra, voz, computadora y el guzheng, una especie de arpa china milenaria, para crear lo que ella llama “cápsulas de tiempo” o portales a las memorias creadas por sus antecedentes indígenas, chinas, holandeses e indonesios. Del otro lado del Atlántico, al ser londinense de familia de Trinidad, Nubya Garcia crea un jazz británico denso de ricos matices afrocaribeños. Y al norte de este país, Boogat, paraguayo, mexicano y quebecois, ha dejado el francés para crear rap exclusivamente en español, pero su música sigue teniendo un je ne se quois que toma del país en el que nació como hijo de padres exiliados políticos.

 

KAYLA BRIËT foto por Catalina Maria Johnson

 

Las alianzas musicales y el poder colectivo

 

Como parte de una nueva conciencia política en la que se manifiesta el poder colectivo de minorías unidas a favor de cambios sociales, en SXSW esta tendencia se refleja en variadas alianzas musicales. Como gran ejemplo, Sol Collective de Sacramento, California, cuyo liderazgo es de ascendencia latinx, une esfuerzos por primera vez con RPM (Revolutions Per Minute) sello disquero de Toronto creado por miembros de pueblos originarios y enfocándose exclusivamente en la nueva música de artistas quienes incorporan su legado indígena a todo género de música, inclusive hip hop y electrónica.

Como parte de esta alianza en SXSW, presentaron, por ejemplo, la música del artista electrónico experimental Ziibawen, repleto de una magia y misticismo que hacen divino contrapunto a lo que se pueda crear con un sintetizador y otro equipo electrónico. También se presenta en los escenarios curados por Sol Collective y RPM Lido Pimienta, feroz vocalista y compositora afrocolombiana de ascendencia Wayúu. De esta manera, en los escenarios musicales, vemos reflejada la visión de un futuro inclusivo en el que el bien común se logra con la fuerza lograda por la unión de pueblos diversos.

La solidaridad transnacional

 

No solo es incapaz cualquier frontera de ser obstáculo para la música, sino que la solidaridad transnacional también viaja de un lado a otro sin pasaporte ni visa. Una noche de SXSW, se presentó una serie de conciertos de músicos puertorriqueños, manifestando su apoyo a los habitantes de la isla del encanto querida. Allí descubrimos la música de la la cantautora Andrea Cruz, dotada de una voz angelical, y nos deleita con su sonido folk que se informa del indie norteamericano y el folklore criollo puertorriqueño en casi iguales partes.

Otra tarde, tocan en una función gratis en un enorme escenario al aire libre toda una serie de artistas estelares de ambos lados de la frontera, estilo “la frontera nos cruzó”. Allí vemos los músicos legendarios de la super-agrupación los Super Seven cuyos integrantes incluyen, entre otros, el laureado maestro acordeonista tejano Flaco Jiménez. Además, se presentan bandas como los mexicanos Centavrvs con su música regional mexicana punk y electrónica y los grandes innovadores del sonido clásico del este de Los Angeles, Los Lobos. Todo esto, en solidaridad con los dreamers de este país y a favor de la reforma inmigratoria.

Y la música no precluye la respuesta inmediata a los sucesos actuales que se dan durante SXSW. Al otro día del asesinato de la activista y política Marielle Franco en Brasil, la artista trans brasileña Liniker no inicia su actuación antes de pedirnos un momento de silencio y leer una declaración sobre la muerte de Franco, en la que nos afirma, “Marielle está aquí”, además de participar en una sesión especial sobre el tema acompañada de otros brasileños miembros de la industria de la música quienes se encontraban participando en el festival.

 

Yemen Blues. foto por Catalina Maria Johnson

 

Trópicos Utópicos

 

Otra tendencia que nos llama mucho la atención es presenciar una nueva ola de música tropical con el ecléctico sabor del siglo XXI.

Apenas separados por 90 millas, la música cubana de DJ Jigüe y Amara la Negra se nutren de las mismas raíces afrocubanas, aunque parecieran venir de diferentes planetas. Exponente y creador del “afrofuturismo tropical” DJ Jigüe sale a tocar sus instrumentos electrónicos y computadora acompañado de un percusionista cubano quien toca en vivo, y toca sus instrumentos electrónicos al lado de un altar a los santos meticulosamente arreglado con flores. De Miami, Amara la Negra, es como una Celia Cruz radicalizada y medio hip-hopera, exuberante y sexual, acompañada de danzantes desplazándose por el escenario en estilizadas coreografías con mucho movimiento de cadera.

Del noroeste, Combo Chimbita, colombianos radicados en Nueva York, retoman las raíces tropicales de Barranquilla y el caribe colombiano y las adornan con toques punk deliciosamente aceleradas. Y no falta Centroamérica en el sancocho tropical, representada por los nicaragüenses Cuneta Son Machin (cuyos integrantes incluyen dos hijos del renombrado cantautor y trovador Carlos Mejía Godoy) quienes nos brindan un rock folklórico nicaraguense, permeado de la música punta afrohondureña y de una alegría inmensamente contagiosa.

 

Liniker. foto por Catalina Maria Johnson

 

Pasado, presente

 

Y así vemos en SXSW las manifestaciones del zeitgeist del momento actual: El pasado y presente latino, latinx, hispano e iberoamericano expresado en todos sus colores y sabores en nuevos caleidoscopios musicales. El festival nos permitió además presenciar las primeras canciones de la fascinante banda sonora de una nueva generación de jóvenes ciudadanos globales, dándonos indicios de un futuro que consideramos sumamente prometedor en lo musical y en muchos otros sentidos.