Silvia Goldman

Silvia Goldman

Una escritura mujer: Un cielo más allá de la libélula

7 March, 2023

Un cielo más allá de la libelula

“Libro inédito de Franchesca Portugal”

 

Leer a Franchesca Portugal es tocar insectos, palpar animalitos frágiles, asirse a la ternura terrestre y móvil de un color o a la baja luz que carga un insecto. En sus textos la voz observa y habita, con delicadeza y premura, los acontecimientos de la naturaleza. Esta escritora colombiana nos ha generosamente adelantado algunas prosas poéticas de su libro inédito Un cielo más allá de la libélula, en el cual escribe sobre el apareamiento de colibríes, conejos, libélulas, lombrices, mariposas, y otros seres que habitan la región de Caldas, en su Colombia natal. Hay en estos 45 “cortejos”, tal como los llama la autora, una sensación de que todo es fugaz, como si fuera de igual tamaño el impulso de la unión y la certidumbre de su término. Todo es frágil, como las alas pequeñas y rápidas del zunzoncito o el cuerpo delgadito de la lombriz. Quizás por eso su voz apele a la paciencia del diminutivo, al don del encuentro, como si ese gesto del afecto fuera un paisaje que por lento es mejor, una forma de darle al lenguaje un jardín en el que crezcan, hasta el detalle, el gozo y la ternura. No es sino natural, entonces, que dentro de ella se den estas inmensas miniaturas del amor. 

Le dije, lo digo, que hay una Marosa di Giorgio luminosa en su escritura. Pienso en aquella falena atrapada en un retrato, pienso en que en Franchesca Portugal revolotean los seres, exponen su camino, su risa de ir. Pienso en adjetivos como “suavísimo” o “inverosímil”, en aquella voz finísima que detallaba la llegada de la Virgen, de la Santa, o la del temporal de Santa Rosa, siempre con el mismo e incesante tono tenue pero ominoso, como si lo pronunciado estuviera en el límite de lo que se puede decir, allí donde lo familiar deviene inefable, peculiar, hermoso, provocador, difícil. Pienso, también, en la deliciosa espiritualidad de ambas escrituras, en cierta beatitud que nos entregan como una ofrenda; en los detalles que nos reservan porque anticipan el tamaño de nuestros deseos, y el de nuestros miedos también. Pienso en un tipo de erotismo que sucede en la observación minuciosa y lenta de los cuerpos, en un ejercicio más ético que estético.. Pienso que quienes lean a Franchesca Portugal no podrán dejar de pensar en que escribir es una manera de ser. 

Hipnotiza su escritura, la forma en que las palabras también se cortejan, buscan su apareamiento, se acoplan a la posibilidad de un decir tierno y amoroso, como quien deja caer su agüita sobre el insecto o el animal que mira, sin inundar su desnudez, sin abandonar el compromiso con un nuevo color en el ojo; como si las palabras supieran que también van a desaparecer e intentaran, en el gesto de su apareamiento, detener algo, dejarnos algo; heredarnos estos frutos, estos cortejos, estas oraciones. Quizás estas “oraciones” (tanto en un sentido gramatical como religioso), nos lleven hasta la palabra “amor”, a las delicadas formas en que una descripción puede subrayar el gozo y el dolor; a una escritura excéntrica, en el mejor sentido del término, al margen de, disidente y, en este sentido, quizás, mujer  Pienso, finalmente, en una manera de leer mujer; esto es, una manera de hacerlo lenta y pausadamente, atravesando lo solo, lo vulnerable, lo sutil, lo tenue, lo que da (a) luz, lo que empuja, lo que sale, para dar espacio y tiempo a los seres. 

 


Silvia Goldman es poeta, docente e investigadora. Es doctora de hispánicos por la Universidad de Brown y enseña en la Universidad de DePaul en Chicago. publico “árbol y otras ansiedades” (2021), “miedo”(2020), “De los peces la sed”(2018) y “Cinco movimientos del llanto”(2008). En el 2020 Obtuvo un accésit en el Premio de poesía FILLT 2020. Fue una finalista de VI y VII Premio internacional de la poesía “Pilar Fernández Labrador” y del Premio Internacional de Poesía “Paralelo Cero 2020”.

APAREAMIENTO DEL ZUNZONCITO

 

(El zunzuncito es el ave colibrí, más pequeña del mundo)

Encendidas rosas en tu cabellera caoba y dorada con tus trencitas ardiendo, debajo de tu lengua roja y oscura se guarda la sed de las flores.

Agitas 200 veces tus alas por segundo, elfo abeja, moscorrofio, pajarito, hace más de un año enciendes mi cabellera.

A veces, mi flor de carne es más grande que tu cuerpecito y toda tu sombra ronda mis dulzores.

Tu corazón se mueve más rápido que cualquier animal salvaje y sueles tomar siempre un nuevo color dependiendo desde dónde te mire el sol.

Manchas blancas, manchas color plata dejadas en mi abdomen gris y adolorido.

Gotas de miel sobre las tostadas del desayuno te dejo. 

No me esperes, soy solo un ave endémica.

Liba las flores mientras las cigüeñas me persiguen en los sueños.  

EL CORTEJO DE LAS LUCIÉRNAGAS

 

Las luciérnagas son pequeñas hadas sobre el césped durante la noche. 

Sus cuerpos se encienden esencialmente para buscar el verbo amar.

¡Luciferasa, sí, luciferasa es la enzima que se enciende!

Pequeña linterna de la noche cuando no hay nada, nada de estrellas, nada de lunas, su cortejo es la conversación de sus mismos destellos que maravillosos se desplazan entre ellas y pueden prolongarse hasta el cuarto o quinto destello de la luz, como quien sube una escala y otra y otra más.

Entre más alta es la escala de la luz, mayor es el cortejo.

Las luciérnagas pueden pasar horas y horas, cola a cola, entre sus fuegos artificiales de diminutas hadas del bosque…Hasta apagarse.

Pueden morir amando. 

EL CORTEJO DE LOS CONEJOS

 

Los bellos conejos suelen tener el otoño entre palabras nupciales.

Al señor conejo le gusta exhibirse, camina y se pavonea, tal pavo real de conejo, provocando una excitación óptica con estímulos olfativos, en ocasiones roza a la señora coneja, la roza con tal delicadeza con unas gotitas de su orina lamiéndose los hocicos.

Con pequeños frotes de cabezas, lamiéndose las orejas, caricias y más caricias… 

Siempre veo los conejos acariciarse las orejas entre ellos.

Los veo sujetados a las cuerdas o salidos de un sombrero, los veo en la luna que guarda un conejo, los veo en las casas y patios vecinos, son de color café, blanco o rosado, los veo dibujados en los cuadernos de los niños. 

¡Ay! pero siempre, siempre los veo entre ellos acariciarse las orejas…  

 


Franchesca Portugal, escritora de cuento corto, poesía y novela experimental. Tiene poemas publicados en portales nacionales e internacionales y forma parte de la antología poética latinoaemericana Voces en vuelo, del colectivo BBC.