Kari Lydersen
Lincoln Yards y el futuro de Chicago
6 October, 2019
Durante años, The Hideout, un pequeño y acogedor bar ubicado en una zona predominantemente industrial entre la autopista y el río Chicago, ha sido un oasis de activismo político, música local y relaciones comunitarias. Dentro de poco, The Hideout tendrá como vecinos viviendas de lujo, comercios exclusivos y áreas verdes impecables, parte del enorme proyecto de Lincoln Yards que el ex-alcalde Rahm Emanuel logró cristalizar en los últimos días de su gestión con subsidios de la municipalidad. El plan, que se ganó la oposición de la comunidad en masa fue condenado por los habituales del Hideout, residentes de los alrededores, concejales y un sinnúmero de habitantes de Chicago, como la tendencia personificada del Mayor 1% de subvencionar elegantes proyectos en las partes más acaudaladas y en vías de gentrificación, dejando al margen a los vecindarios negros y latinos de bajos ingresos al sur y oeste de la ciudad.
Gracias a la oposición de la comunidad, se descartó una de las partes más controversiales del plan de Lincoln Yards: la construcción de una gran sala de conciertos bajo la administración de LiveNation, empresa conocida por sus prácticas de especulación y recargos ocultos en el precio de las entradas, y por monopolizar a los artistas prohibiéndoles que se presenten en ningún otro local durante cierto tiempo.
No obstante, el avance del plan de Lincoln Yards tiene a muchos desconsolados ya que representa la desaparición de un pequeño reducto de Chicago muy querido por tantos y deja al descubierto el temor de muchos respecto al futuro de la ciudad: cada vez más proyectos urbanistas genéricos y exclusivos que dan paso a la gentrificación y al abandono de las instituciones de base y los barrios marginados.
Además, muchos chicaguenses están furiosos de que la alcaldesa Lori Lightfoot apoyara en última instancia el plan de Lincoln Yards, después de haber manifestado su oposición al mismo durante su campaña. Algunos se preguntan si su apoyo al proyecto es indicación de que no se apartará mucho de la línea de Emanuel, a pesar de haber adoptado valores progresistas en su campaña y contado elocuentemente cómo fue crecer en el seno de una familia afroamericana de clase trabajadora en Arkansas.
Emanuel y sus aliados del consejo municipal se las ingeniaron a última hora para decretar un TIF, o un alza de impuestos para financiamiento de zona, a fin de destinar fondos al proyecto de Lincoln Yards. Los TIF son un vehículo para la recuperación urbana, mediante el cual se asigna una porción del impuesto predial al estímulo de las inversiones públicas y privadas en los barrios “deteriorados”, pero en Chicago bajo Emanuel y el exalcalde Richard M. Daley, los TIF se usaron con suma frecuencia para canalizar fondos a proyectos privados en los barrios más acaudalados. Una investigación realizada este verano reveló que de haberse postergado la aprobación del TIF, como lo solicitaron numerosos concejales, la zona no hubiera calificado para la designación de TIF ya que según las nuevas valoraciones no se considera una propiedad “deteriorada”.
El plan de Lincoln Yards, a un costo de seis mil millones de dólares, propone la construcción de seis mil nuevas viviendas residenciales, locales de esparcimiento, comercios y 21 acres de áreas verdes, que abarca también las riberas del río Chicago. Activistas de justicia ambiental de La Villita, Pilsen y la zona sureste afirman que han estado abogando por mucho tiempo a favor de nuevas áreas verdes y acceso a las orillas del río, pero los resultados han sido ínfimos. Durante la gestión de Emanuel, el municipio lanzó un proyecto público-privado con miras a ampliar el acceso al río por toda la ciudad, pero hasta el momento solo ha generado nuevas casas flotantes, parques y otras obras en barrios más ricos y pocos cambios en vecindarios de bajos ingresos.
Todo el proceso de planificación del río Chicago fue suspendido en La Villita a raíz de que los residentes rechazaron un acto que consideraron meramente simbólico puesto que sus opiniones no fueron tomadas en cuenta. Mientras que la otrora zona industrial que albergará Lincoln Yards se transformará en viviendas exclusivas, comercios y áreas verdes, La Villita permanecerá como un corredor industrial, y los residentes junto con la Little Village Environmental Organization (LVEJO) y otros grupos alegan de que no se les ha dado voz respecto a los tipos de industria que se mantendrán y desarrollarán.
Paralelamente a Lincoln Yards, la municipalidad se encuentra implementando el proyecto “Wild Mile” a lo largo del río Chicago, el cual incluye jardines flotantes y acceso para kayaks. A los residentes de La Villita y las cercanías del río Calumet en el sureste de la ciudad, también les encantaría gozar de tales amenidades en sus vecindarios, pero es algo casi imposible mientras el agua, el lecho del río y los predios circundantes sigan altamente contaminados y la municipalidad continúe con sus planes de traer industria pesada a la zona.
Según Kim Wasserman, directora ejecutiva de LVEJO, “Hablar de actividades de esparcimiento en el río en La Villita significa saludar a los buques petroleros que pasan por aquí mientras la arena y la grava te golpea el rostro”.
Justo al otro lado del río desde Lincoln Yards se encuentra Goose Island, isla en medio del río a la que los inmigrantes europeos que trabajaban en las curtidurías y otras industrias apodaron el “Pequeño Infierno”. En 2008 fue escenario de la “revuelta en Goose Island”, cuando los empleados de la fábrica Republic Windows and Doors ocuparon las instalaciones debido a que su propietario cerró ilegalmente el negocio, sin previo aviso ni indemnización a los obreros. Actualmente, una cooperativa de trabajadores que resultó de la “revuelta” funciona en una zona industrial cerca de La Villita. Aunque Goose Island sigue albergando algunas industrias, también está viviendo una renovación con nuevos departamentos, ciclovías, y servicio de transporte público a Lincoln Yards.
En las inmediaciones de Lincoln Yards se encuentra también el antiguo local de Finkl Steel, siderúrgica que funcionó por muchos años aun cuando los alrededores se pusieron de moda y fueron gentrificados. En 2014 el local de Finkl Steel cerró sus puertas y con subvenciones de la municipalidad se mudó al final del sureste de la ciudad, y como bien lo describen la activista Olga Bautista y muchos otros “es otra muestra de sus intenciones de seguir utilizando el lado Sur como “vertedero”, mientras limpian y embellecen los vecindarios del lado Norte.
Para algunos, el proyecto de Lincoln Yards es reminiscente de las obras de demolición y reurbanización de Maxwell Street, donde músicos de blues tocaban en las calles y generaciones de inmigrantes y personas de bajos ingresos se ganaban la vida vendiendo todo tipo de artículos y productos en un mercado callejero de ambiente desenfadado y diverso. En la década de 1990, la municipalidad arrasó con la mayor parte de Maxwell Street, reemplazándola con cadenas de restaurantes y bares y residencias afiliadas a la sede de la University of Illinois en Chicago. Aunque todavía se conservan algunas fachadas restauradas y se instalaron estatuas de músicos para conmemorar el rico pasado de la zona, para muchos esta conmemoración esterilizada es como echar sal a la herida.
En su artículo seminal publicado en la revista The Baffler, Martha Bayne destaca los planes similares para Lincoln Yards:
“¡No hay nada que temer! ¡La autenticidad permanecerá intacta! O será recreada, si fuera necesario. La selección y el inventario de las piezas que serán reutilizadas ya se hicieron. El diseño del paisaje honrará el herrumbroso pasado de la zona, con árboles plantados en enormes calderas de fundición rescatadas de la acería Finkl… El parque frente al río contará con ‘impresionantes y vibrantes jardines con prados estacionales’ y los pequeños podrán disfrutar en los juegos del Foundry Playground. El conjunto de conductos emula las tuberías industriales del pasado mientras que el Furnace Garden promete ser ‘un destino para todo el año que invita al contacto social, descanso y relajamiento, haciendo memoria del ígneo proceso que tuvo lugar en la fábrica de acero en el pasado’”.
Mientras tanto, muchos temen que la municipalidad seguirá ignorando las necesidades, demandas y deseos de los barrios donde la gente todavía trabaja en la industria pesada o en depósitos con una clase obrera mal remunerada, afectados por la contaminación que causan tales actividades.
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Kari Lydersen es periodista, autora y profesora en Chicago, y dirige la especialización en Investigación y Justicia Social en el programa de posgrado de Northwestern University. Es autora de Mayor 1%: Rahm Emanuel and the Rise of Chicago’s 99%. Más info en http://www.karilydersen.net/
Texto traducido por Luchi Oblitas-Feuerstein, traductora diplomada y colaboradora de Contratiempo Luchi.feuerstein@gmail.com
Arte: Las imágenes de este y los demás artículos del Dossier son cerámicas hechas por alumnos de la secundaria Benito Juárez, bajo la dirección de Nicole Marroquín, y fotografiadas por Jacob Yeung.