
Margarita Saona
Alma de blues: Bitácora de un navegante urbano en Chicago Reseña de El blues de la línea roja de Julio Rangel
1 August, 2025
Aunque el blues se originó en el sur de los Estados Unidos, la gran migración de afroamericanos que llegaron a Chicago, primero huyendo de la esclavitud y luego de la segregación, lo trajeron con ellos e hicieron de nuestra ciudad uno de los centros más importantes para el desarrollo del género. Se podría decir que sus líneas de bajo, sus curvas melódicas, su repetición, sus progresiones, le dan forma a la melancolía de quienes hemos hecho de Chicago un destino. No extraña, entonces, que Julio Rangel escoja el blues para darle forma a sus disquisiciones. El blues impone su ritmo de amor, desamor y añoranza en las observaciones que Rangel nos presenta en este hermoso libro.
El blues de la línea roja nos transporta, en su aparente simplicidad, y nos lleva en un periplo que va del extremo norte al extremo sur de la ciudad y al hacerlo nos presenta visiones que van de lo poético a lo cotidiano y hasta a la mítica catábasis de un descenso a los infiernos. Rangel va tejiendo observaciones que parten de algún detalle observado en la ruta diaria del usuario de transporte público para conducirnos a sofisticadas reflexiones en las que nuestros hábitos en la “L” descubren la complejidad del mundo moderno, las exigencias que nos imponen los horarios de una sociedad enfocada en la productividad, los efectos históricos de la esclavitud y la segregación de la ciudad, el vagón de tren como “no-lugar”, como interregno en el que sostenemos una existencia distinta a la que nos permitimos en casa o en el trabajo.
El blues de Rangel expone el “loop” de nuestra existencia en el tren, un círculo vicioso de la semana de trabajo, con el fin de semana como una ilusión de descanso reparador que en realidad no es más que un “reset”, apretar el botón para volver a empezar. En la línea roja de Rangel observamos a oficinista, obreros, lavaplatos, con la mirada en sus pantallas, a las personas sin casa que habitan vagones de tren a falta de servicios de asistencia pública, presenciamos algún fugaz gesto de humanidad, vemos a lectores con la nariz en sus libros que subrepticiamente levantan los ojos para tratar de descifrar el título del libro de ese otro lector en el asiento de enfrente.
Las reflexiones en el tren desatan, sin embargo, exploraciones que nos llevan más allá de ese corredor norte-sur en el lado este de Chicago. El autor nos invita también a un viaje a su pasado, a su niñez en Tamazunchale y al circuito en el que un niño pasa el tiempo observando a los pasajeros que entran y salen del autobús, el paisaje que ofrecen las ventanillas, la gente y las cosas que conformaban la vida potosina: puestos de churros, huaracherías, tiendas de ropa, el olor de las cantinas. Las palabras cobran aquí el mágico poder de la teleportación, pues en sus detalles nos permiten ser testigos de esos paisajes, de esa infancia.
El poder de la observación no se queda en la superficie, en lo sensorial de la imagen, en el sonido, los olores y colores. Rangel despliega la profundidad de un pensamiento nutrido de gran erudición. No me refiero a la ostentación de citas que se apoyan en el prestigio de la autoridad, sino a un auténtico diálogo con pensadoras y pensadores que analizan el espacio, el tiempo, la arquitectura, la historia, la explotación, las políticas de segregación en los bienes raíces, la obsesión con la productividad. Nos encontramos en las páginas de Rangel con las ideas de Marc Augé, Walter Benjamin, Henri Bergson, Elías Canetti, Henri Lefebvre, Teju Cole, Rebecca Solnit; bebemos de las fuentes de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, pero también de Italo Calvino, Gustave Flaubert, Rainer Maria Rilke, William Worsdswoth, por nombrar unos cuantos.
Es difícil hacerle justicia a este libro que escapa cualquier clasificación facilista con respecto a los géneros literarios. Podríamos designarlo “ensayo”, pero tendríamos que convenir que esa palabra admite en sí la pluralidad de voces y miradas que nos ofrece El blues de la línea roja. En las últimas páginas el autor sugiere que tal vez se trate de una bitácora, “como aquellos registros de navegación donde los marineros anotaban las variaciones del tiempo”. Pero es eso y más. En los agradecimientos Rangel reconoce su deuda con el intercambio intelectual mantenido con Marco Escalante, gestor de esta nueva serie editorial y autor del prólogo del libro. También agradece el apoyo recibido por Esmeralda Guerrero (responsable del elegante diseño y diagramación) y Stephanie Manríquez, directora de Contratiempo. La literatura en lengua española en Chicago debe también agradecer a este equipo que con el libro inaugural de la serie Residuos ha permitido llevar al público el alma de blues de un potosino cantándole a Chicago.
Margarita Saona vive en Chicago desde hace más de dos décadas y enseña literatura y estudios culturales en la Universidad de Illinois y es parte del consejo editorial de Contratiempo. Es la autora de Novelas familiares: figuraciones de la nación en la literatura latinoamericana (Rosario, 2004), Memory matters in transitional Peru (Londres, 2014), y Despadre: Masculinidades, travestismos y ficciones de la ley en la literatura peruana (Lima, 2021). Ha publicado tres libros de ficción breve: Comehoras (Lima, 2008), Objeto Perdido (Lima, 2012) y La ciudad en la que no estás (Lima, 2020). Sus cuentos fueron reunidos en inglés bajo el título The Ghost of You (Edmonton, 2023). También ha publicado el poemario Corazón de hojalata/Tin heart (Chicago, 2017), con una edición de Intermezzo Tropical 2018 y un ensayo sobre los efectos de las intervenciones quirúrgicas en la subjetividad, De monstruos y cyborgs (Lima, 2023; Chicago, 2024). Sus memorias, Corazón en trance: Bitácora de una sobreviviente saldrán publicadas próximamente por la editorial Peisa.