
Gerardo Cárdenas
El Chapulín Colorado en Groenlandia
27 February, 2025
El inicio de la segunda presidencia de Donald Trump presenta un panorama muy diferente con respecto a su primer periodo (2016-2020). Es como si Trump hubiese aprendido en esos primeros cuatro años qué mecanismos sí puede activar para alcanzar sus objetivos. En este segundo periodo, su acción parece más decidida, enfocada y estratégica. Hay varios ejemplos:
Trump ha sido en muy poco tiempo mucho más agresivo en política exterior: declaratoria de los cárteles del narcotráfico como organizaciones terroristas; señalamientos explícitos de que el anterior presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tenía nexos profundos con al menos uno de los cárteles; fuerte presión a Dinamarca para ceder a Estados Unidos la isla de Groenlandia; intervención en el conflicto de Medio Oriente para advertir que Gaza debe ser desocupada de residentes palestinos, y estos reubicados a la fuerza en otros países de la región; posible intervención, aún indefinida al momento de escribir estas líneas, en la guerra entre Rusia y Ucrania; fuertes presiones políticas y comerciales hacia Canadá, México, China y Europa; persecución a rajatabla de inmigrantes indocumentados para su repatriación forzosa. La menos interesante de esas medidas ha sido, irónicamente, de las más mediáticas: rebautizar el golfo de México como golfo de América.
Trump ha establecido también una fuerte coalición con los grandes actores de la ciber-economía, liderada por Elon Musk, pero que incluye también a muchos otros personajes que controlan las grandes plataformas de redes sociales y distribución comercial. Trump no sólo quiere controlar el mensaje político, sino todos los canales por los cuales éste llega a una población cada vez más confundida y desinformada.
Derivado de lo anterior, Trump ha puesto a Musk al frente de un barrido a fondo de la administración pública estadounidense, que va desde el Servicio de Rentas Internas (IRS), al FBI, la CIA, la agencia USAID y muchos más. Controladas ambas cámaras del Congreso y con una mayoría de jueces a su favor en la Suprema Corte, Trump ha entendido, al contrario que en su primer régimen, que la burocracia puede ser un temible enemigo, porque el aterrizaje y aplicación de muchos de sus programas propuestos depende del servicio civil.
Trump quiere alcanzar en cuatro años reformas políticas, sociales y económicas de tal calado, que sólo podrían compararse, en el polo opuesto del péndulo político, con las de Franklin Delano Roosevelt o Lyndon Johnson.
Esto es por lo menos preocupante, cuando no aterrador, para quienes piensan y opinan de manera opuesta a la de Trump. Pero tiene una lógica inobjetable: quien llega al poder quiere imponer su programa, su visión. La diferencia con Trump es su absoluta falta de barreras y de mesura política para lograrlo.
Y eso lleva a la pregunta que los personajes del programa televisivo mexicano de los años 70 del siglo pasado, El Chapulín Colorado, se hacían cuando convocaban al héroe: “oh, y ahora, ¿quién podrá defendernos?”. La verdad es que nadie.
Por décadas hemos estado acostumbrados a que los gobiernos, sean de izquierda o derecha, tengan como contrapeso una oposición robusta y propositiva, y que la toma de decisiones se someta a los filtros legislativos y judicial.
Trump, y el Partido Republicano, han logrado la mayoría en los tres poderes de la Unión. Pero más preocupante aún es que, a nivel del Congreso, o inclusive los estados, no aparece una oposición capaz de hacerle frente. Líderes como los expresidentes Joe Biden y Bill Clinton, van de salida; otro, como Barack Obama, parece más preocupado por estar en el jet set que en la trinchera política. Kamala Harris carga el estigma de la derrota, como hace unos años lo cargó Hillary Clinton. Y no veo un relevo, ni en la izquierda ni en el centro político, con energía, garra e ideas, capaz de parar la ola naranja que se nos ha venido encima. Esto tiene que ser una preocupación mucho mayor, que si el golfo de México pasa a llamarse golfo de América, alberca de Musk, o chapoteadero de Melania.
El horizonte de gobierno de Trump es de solo cuatro años, pero sin una oposición que construya nuevos liderazgos no habrá diques que impidan una continuación del poder trumpista, aunque alguien más de su mismo partido le suceda en la presidencia.
El Chapulín Colorado parece haber huido a Groenlandia, y no dejó a nadie a cargo que pueda, oh, defendernos.
Gerardo Cárdenas es escritor, editor, periodista, traductor, agente literario y promotor cultural. Fue director por varios años de contratiempo. Actualmente estudia el Doctorado de Escritura Creativa en Español en la Universidad de Houston.