Margarito Cuéllar

Margarito Cuéllar

La magia de la primera persona

31 March, 2023

Si un libro no atrapa desde las primeras líneas es que algo no anda bien. Puede ser que yo sea mal lector y que busque la intensidad literaria, ya sea por lo que cuenta la historia o por el uso preciso, certero y puntual del lenguaje. Pero también puede ser que el autor no atina con su flecha y que los dardos del lenguaje apunten a otro lado o que la historia carezca de sentido.

Eso me ha pasado cuando leo. Así sea a Juan José Arreola, a Rulfo, a García Márquez, José Agustín, Cristina Peri Rosi o Febronio Zatarain. Aunque más que exigencia al autor, es exigencia a mí mismo. No perder el tiempo. Defender el tiempo como defiende su alimento el animal.

Por eso leí de corridito Casas en el cielo de Febronio Zatarain. Y desde las primeras líneas ya no pude escapar. Quedé atrapado. Me fui metiendo en la magia que tiene el lenguaje bien trazado, en la inocencia y la picardía de los personajes. Me acordé también de mi infancia. De los pueblos pequeños, de los apodos de los amigos, de la escuela, del doctor, de la maestra y de todos esos personajes que llenan de colorido y dan vida a los espacios en que se nace, se crece, se juega, se vive.

Todo esto lo encontré en esta historia de Zatarain, en un tono lúdico, en primera persona, con trazos de autobiografía muy precisos, en frases cortas que le dan vigor a esta obra. 

Me gusta que los libros contengan girones de vida de quien los escribe. O imaginación a prueba de aburrimiento. Y que el lenguaje se desborde como salido de un hilo fino y acomode las palabras de manera magistral. Así se teje la vida, así se construyen las pequeñas grandes historias que dejan huella.

El encanto de los cines, los circos, los juegos infantiles con juguetes de la más lacónica imaginería, el descubrimiento, el doble fondo de los sobrenombres, el fluir de la mirada, el entorno familiar, la presencia del mar, la poética de la infancia al servicio de la primera persona. 

Al narrar acontecimientos del pasado, como si se vivieran en el presente, la obra toma un ritmo vital y necesario en toda obra literaria que aspire a la permanencia. Y como en este libro el autor apuesta por la brevedad, sigo su ejemplo con mi prólogo.

Febronio apunta y da en el blanco porque sabe de lo que habla y conoce el idioma. Edifica desde el minimalismo, con materiales que resisten el vertiginoso ímpetu de los días.  

Ya veremos en una segunda entrega qué pasó con aquel niño, absorto en su primer día de clase, que sube los peldaños de la escuela mientras al fondo un águila devora a una serpiente.

 


Margarito Cuéllar (Ciudad del Maíz, San Luis Potosí, 1956). Es poeta, escritor y periodista. Estudió periodismo y una maestría en Artes en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Su obra ha aparecido en publicaciones como Nexos, Unomásuno y La Jornada. Fue galardonado con el Premio Hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jiménez por la obra poética: Nadie, salvo el mundo y el VIII Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador.