Juana Iris Goergen

Juana Iris Goergen

Mosaico de Espejos en un café de Olivia Maciel

31 March, 2023

Cultura no es solo el reflejo de estructuras económicas y sociales. Está mediatizada por la complejidad y la contradictoria naturaleza de los grupos sociales en los que se origina. Más importante aún en el hacer cultural, es la influencia de los cruces de culturas que se extienden de una sociedad a otra a través del interactuar de sus individuos. De esta manera, el arte en su forma pictórica, musical o lingüística, por su propia naturaleza, tiene la capacidad de trascender sus orígenes y comunicarse de manera inter o intra culturalmente, ya sea en la observación (arte pictórico), en la audición (arte musical) o en la lectura (arte lingüístico). Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX, con el advenimiento de la posmodernidad, el arte, sobre todo la prosa y la poesía, se caracteriza por una preocupación principal: el lenguaje. Es así como se constituirá la naturaleza radical y potencial del arte, no solo comunicándose con el lector sino produciendo una comunicación entre el lector y la prosa literaria (esto incluye personajes, estructura, lugar de desarrollo, etc.) articulando una expresión que deviene lo ficticio en lo real. Roland Barthes denominó esta experiencia del lector adentrado (reproduciendo cultura/s y más que empatizando con el sujeto/s enunciador/es “siendo/convirtiéndose” en él gracias a lo magistral de un texto) como “el placer de la escritura.”

 

Olivia Maciel Edelman, en su magistral texto de relatos cortos, Espejos en un café, alcanza en nuestra opinión de crítica literaria, “el grado cero de la escritura”, ese punto en el que según Barthes, deviene “el placer del texto”. Ese lugar o espacio entre el lenguaje y el estilo (imágenes, léxico, la mitología secreta) del escritor/a.  Desde la portada misma, el texto nos invita al Café, pero no a cualquier lugar, el Café de la autora es un lugar elegante, íntimo, plagado de arte y de belleza y para los que hemos experimentado el crudo invierno, es también un lugar cuyos asientos de terciopelo rojo, nos hablan de refugio contra el frío y de olor y sabor a café caliente. La evocación desde el diseño de portada es de “locus ameno.” Lugar ameno que nos abraza, pero además lugar de riqueza artística y cultural que Olivia Maciel nos comparte, o tal vez, mejor dicho, al que nos lleva a formar parte.

 

Desde el relato que abre la colección Speculum hasta el relato que la cierra El profesor de Hyde Park, nos encontramos con múltiples experiencias de encuentros e intercambios culturales que nos servirán de “espejos” o de encuentros “profesorales/educativos” que nos llevarán siempre a lugares de aprendizaje develadores de cultura. A menudo nos encontramos asumiendo el lugar del/la antropóloga, exploradores de tierras, de creencias, de experiencias migratorias, de nuevas vivencias que la autora resume e ilumina para nosotros al final del relato intitulado Malinali me lo contó, en el que la narradora termina aseverando, en una oración sucinta y reveladora de lo que sucede a todos los lectores de buena literatura: “Yo ya no era yo.”  Es decir después de esta vivencia, del encuentro con esta lectura, tal vez seguiremos siendo nosotros, PERO, durante la lectura de estos relatos a menudo ya no seremos nosotros, estaremos vestidos de la experiencia de otros, caminaremos los senderos de otros, tomaremos el café de otros, sufriremos el desarraigo de otros, los recuerdos de otros, el ennui/la melancolía de otros, en tierras de otros y por eso, aunque pensemos que seguimos siendo los mismos, esos encuentros culturales, esas lecturas internalizadas serán el enunciado modal que rige y sobredetermina al ser/lector.

 

Los textos tienen como reflexión la sencillez de lo cotidiano en el espacio conocido de lo propio íntimo y familiar. Enunciar el mundo no podría realizarse sin invocar a los seres y las cosas del medio empírico según sus modalidades propias. Para lograr esa finalidad, la escritora pasa por una reflexión del lenguaje que se determina incapaz de articular o solo capaz de articular la experiencia en la hibridez, como los alebrijes. Textos como Cafeína (mi texto preferido en la colección) Nadia, la protagonista, recién operada de un cáncer de senos, intenta refractar su dolor inmediato a la política, a las marchas feministas, a las imágenes de Sor Juana y Frida Kahlo, a la arquitectura de Chicago, a los lugares comunes de su tierra natal pero termina en la insuficiencia lingüística de todo ello, porque el dolor/la experiencia la vence y termina borrando todas las conversaciones/recuerdos anteriores para interpelar a sus senos, exclamando: “¡Ay, ay cómo me dueles!”  En los relatos que tienen que ver con movimientos migratorios y el encuentro de personajes migrantes con personajes más identificables como estadounidenses, aunque en cierto sentido considerados marginales por su procedencia judía, el lenguaje volverá a tomar un lugar trascendental en los relatos. En Swift Hall. Magia, eros y juegos, se narra el misterioso asesinato del profesor de Religiones Comparadas, Marcus Lintus, en la Universidad de Chicago, en Swift Hall, en un Café con un pertubador letrero que junto al menú, declara: “Donde Dios bebe café.” Es un relato de lugares identificables cuyo tema son “universos múltiples,” y sin ambages el narrador expresa la insuficiencia de la escritura ante ciertos hechos: “El pensamiento lógico, abstracto e intelectual que busca la verdad objetiva del misterio se derrumba ante el insoluble y trágico final de Lintus.”

 

Con toda seguridad y profunda admiración por el valor literario de estos relatos podemos afirmar que el escritor, en esto la escritora intuitiva es capaz de introducirse en el alma del mundo y captarlo en su total complejidad, así al darse cuenta nos devela que el universo se sostiene en la desolación (como soledad -no necesariamente como tristeza, aunque a veces también así) que está en el fondo de todo lo real. “Todos los hombres están solos,” afirmó Octavio Paz, por eso los personajes en estos relatos están abocados a aferrarse a lo primero que encuentran para anclar su vida en aquello que el recuerdo o el café les ofrecen.

 

En síntesis, la hermenéutica solo puede darnos acceso a significados. Los significados en un texto dado están tomados tal y como vienen; lo que se hace es interpretarlos. Sin embargo, hay textos de mayor complejidad porque nos enfrentan con realidades híbridas e interacciones culturales que meritan u obligan al lector crítico a salir del círculo hermenéutico para situar y explicar los significados y consecuencias de valores humanos. Olivia Maciel Edelman nos regala treinta y tres relatos impecablemente escritos, plenos de significado y valores humanos que sin duda alguna llevarán a sus lectores a crecer y a reafirmarse en su humanidad.

 


Juana Iris Goergen (Puerto Rico) Doctora en Filosofía y letras por SUNY, Stony Brook, es especialista en estudios poscoloniales de América Latina. Como ensayista ha publicado: Literatura Fundacional americana: El espejo de Paciencia (1991) y Heroínas del Bronx (1998) además de artículos y reseñas en libros y revistas de crítica literaria. En el año 2002 fue becada por la Fulbright ejerciendo su labor de investigación académica en la Universidad de Tübingen en Alemania. Su labor poética incluye los poemarios: La Sal de las Brujas (Finalista del premio Letras de Oro, 1997), La Piel a Medias (2001), Las Ilusas / Dreamers (2008) y Mar en los huesos (2017). También es editora de ocho antologías de poesía.