Olivia Maciel

Olivia Maciel

Reseña de Descomposiciones. Aceite de un cielo, de Miguel Marzana

31 March, 2023

Miguel Marzana, en este libro de poesía, maravillosamente explora el material del lenguaje para exponer, quebrar la palabra y revelar una belleza rara. Marzana trasciende espacios entre el Medio Oeste de los Estados Unidos, donde actualmente reside, y su nativa Cochabamba, Bolivia, para abstraer esencias atemporales y vericuetos de realidades metafísicas universales. Este volumen de treinta y siete poemas (VersodestierrO, 2018) está dividido en tres partes: Pneuma, Sui Degeneris y Descomposiciones.

Pneuma es el término que los antiguos filósofos utilizaban para denotar el soplo de Dios que sobrevolaba el vacío sobre las aguas antes de que aún existiera vida en ellas. Sui Degeneris aquí podría funcionar como lo opuesto a lo que genera… un juego de palabras que alude a lo que “degenera”, que cambia a un algo no intencionado. Y la tercera parte del poemario, titulada Descomposiciones, alude a lo que se desintegra, sesga en varias partes o cuando la química de una sustancia se transforma en otra.

En Pneuma, la temática de algunos poemas en primera persona del singular o del plural, alude a la identidad, al ser complejo y múltiple en la voz poética. En el poema “El último niño”, el tema de la infancia se hace presente, como surgirá más adelante en “Arena” de la tercera parte. Pero es una niñez que se desenvuelve en medio de pena y tristeza, así se lee: 

 

Tan            niña 

           tan            niña 

                             el paño empapado 

Empapado 

         en vino 

                   y lágrimas también (1-6).

 

En esta estrofa son notables los vocablos “paño” y “lágrimas”. Escritos en verso libre, los poemas asimismo aluden a temas de soledad, pobreza, sueños, y muerte. Así que progresa la temática de los poemas, la sintaxis de los versos evoluciona, transformándose de una escritura que se perfila tradicional en el orden de las partes gramaticales a una sabrosamente vanguardista con toques surrealistas, como sucede en el poema “Presagio del pepino”, donde se lee: “también cena / taxi / medroso barullo de madres escandalizadas” (32-34).  De líneas donde los silencios entre las palabras contribuyen su propia voz, los versos en la tercera parte del volumen, salen y saltan de los renglones para desarreglarse en los espacios de la página a diestra y siniestra. Es posible leer los poemas desde la parte inferior de la página, la superior, o desde el centro. El silencioso blanco de la página en esos versos de una voz poética que desgarra, engancha el silencio interior de quien lee y lo transporta al umbral de un decir sin decir, más allá del espacio y del tiempo, donde la cruenta hambre se alimenta de lágrimas y fiebre. Recuerdan a veces los caligramas de Apollinaire, pero conllevan una magnética carga trágica, más que lúdica. 

Leemos otra vez en “Presagio del pepino”: “no tendremos hambre que no sacie unos centavos / no nos impregnaremos de orines en la catedral / Diez lucas para continuar / Cien para tratarte como reina / los niños bien no hacemos resistencia” (15-19). Con ecos y reverberaciones lingüísticas donde el orden de la sintaxis se trastoca, el lenguaje trasciende su vanguardismo barroco, ornamentado de un no sé qué sazonado en las noches de miseria de los pueblos latinoamericanos o del mundo donde aún hoy día hay niños que huyen de sus hogares. Recuérdese la poesía de Ernesto Cardenal que provee de un cáustico contenido social a sus poemas, o la de Gabriela Mistral que también aborda el tema de la infancia en su poesía. Es una destilación estéticamente arriesgada de los significados que aflora en destellos fugaces de lírica profunda. Marzana contrasta tinta y blanco de la página en giros alados que trascienden a una poesía brillante a la vez que visionaria con ecos lorquianos, a veces nerudianos. Transmite, a través de su escritura, la seductora elegancia hermética de las palabras. Pero casi simultáneamente las desnuda y en su desnudez las revela poderosas. Así, leemos en el poema “Perversiones”:

 

En la obliteración y regocijo

profanaré tu ombligo

besaré tus manos

te diré te amo

 

dejaré 

de

s

e

r (9-17)

 

Es como si Descomposiciones. Aceite de un cielo nos invitara a entrar al ser de los indefensos, al ser de los que cuestionan, ese otro ser que ellos eran en la infancia. Para que no haya otra descomposición más grave, la del olvido de la infancia. La descomposición del olvido de otros niños y niñas desposeídos. Hay varios otros temas en este extraordinario poemario. Una voz poética que expresa la necesidad de sobrevivir en un barrio de Chicago, en “Pilsen”, el tema de la soledad en “Negra” (a la puerta de las flores), el devenir del ser en “Orífice”, uno de los más exquisitos poemas vanguardistas de este poemario. Entre sus varias afiladas pautas, este volumen apunta a que hay que saber amar con todo el riesgo que implica ser libres, para ser aún capaces de estremecernos ante las olas de la playa o el sabor de la verdad. 

 


Olivia Maciel es doctora en Lenguas Romances por la Universidad de Chicago. Es autora de los poemarios Sombra en plata (2005), Filigrana encendida (2002), Luna de cal (2000), Más salado que dulce (1995), y del libro de relatos Espejos en un café (2022). Es autora de la monografía Surrealismo en la poesía de Xavier Villarrutia, Octavio Paz y Luis Cernuda. México 1926-1963 (2008), editora del volumen Vanguardia en Latinoamérica (2008), y del poemario Astillas de luz (1998). Olivia nació en la Ciudad de México y reside en Chicago.