Violeta Orozco
“Ut pictura poesis” Como la pintura, la poesía: artefactos visuales y transnacionales en la poesía de Esperanza Vives Frasès.
16 November, 2020
Las palabras en los poemas de Esperanza Vives Frasès (poeta, artista visual y editora) entran, salen, se encuentran, pasean de la mano o separadas, se ven, se tocan. Y es que como ha señalado ella misma, “entiende las palabras como un puente entre lenguas, sonidos e imágenes, naturaleza y poesía”. En estos poemas, como sugiere la lúcida reseña de Violeta Orozco, las palabras son pinturas, representaciones visuales de un decir que nos ofrece una experiencia cromática y física del paisaje afectivo, que es también el de la lengua. Por eso en estos poemas los caracteres asumen distintas formas, tamaños, colores, sonidos, silencios. A veces parecen contorsionarse como caracoles, otras aíslan la soledad y conjuran una voz entrañablemente tierna y punzante que va, en ese ir y venir entre lenguas, conjurando la honda compañía de una piel que alivia la herida. En estos días en que se celebra el centenario de Paul Celan, voz que permea estos poemas, es un privilegio unirnos a su homenaje compartiendo estos poemas/pinturas de Esperanza Vives Frasès y la lúcida reseña de Violeta Orozco que les hace de umbral.
La comprensión de la poesía como respiro primordial, como una onda que se borra sobre la superficie del agua para volver a resurgir “desnudo mudo sosegado”, como un lago que refleja imágenes a la manera de los imagists norteamericanos como William Carlos Williams y Hilda Doolittle es la idea que nos comparte Esperanza Vives Frasès en sus poemas visuales del libro Lasura como “Geheimnis”, que dialogan con el poema objeto, el poema caligrama. En “Geheimnis”, secreto en Alemán, una de tantas lenguas con la que creció la poeta, conviven pinceladas de instantes petrificados en el tiempo atemporal del poema desplegándose como río sobre la página:
La poesía deviene una serie de marcas tipográficas, un ritmo de signos en movimiento sobre la página, una repetición visual y sonora a dos tintas. Siguiendo una poética de la visualidad del lenguaje de Decio Pignatari y los poetas concretistas en su convicción de que el ojo no sólo escucha sino que ve (el ojo miraescucha), la poeta entabla un diálogo con Durero, maestro del detalle y del autorretrato, aquél pintor renacentista de ojos entornados que nos mira a través de los siglos con su mirada inquietante, cuestionadora:
Pero no es solamente la dimensión aural e icónica la que trabaja la poeta española, sino la dimensión multilingüe de la región fronteriza de Galicia en la que le tocó nacer, como Rosalía de Castro, duplicándose entre varias lenguas como espejos que le devolvían siempre una distinta imagen del poema reproducido en distintos medios, como distintas velocidades del sonido que viajan por medios acuáticos de diferente densidad, persiguiendo su sombra en su poema bilingüe “Lengua materna”:
que nunca tendrá la misma música del gallego-portugués, a pesar de compartir la raíz romance:
La poesía de Esperanza Vives nos recuerda que la tarea del traductor es también la del laudero, vivir ajustando incansablemente las cuerdas del instrumento, adaptando melodías viejas, componiendo y recomponiendo, creando infinitas versiones del mismo poema, que es en realidad, siempre disímil a sí mismo. Es por ello que en su otro poema en esta serie, “Fotografía del día que anida en sesenta segundos”, se plantea una visión del poema como cámara fotográfica, como instantánea verbal que forzoso registrar en todas las lenguas:
El codeswitching entre español y francés es paralelo al codeswitching entre el registro visual, el cambio súbito de tinta negra a azul: “Cuando olvidamos les fleurs elle est apparue. ” El cambio de códigos semánticos nos acostumbra a los cambios de registros abruptos en esta serie de poemas fascinantes por su experimentación y exploración tan cercanos a la vanguardia en su búsqueda de las múltiples caras del objeto artístico. En efecto, el poema “El verde” es un intento por describir un color a través de los sentidos ¿cómo describirle el verde a un ciego? Auxiliarnos de la estrategia cinestésica, decirle que: “todo es piel a su alrededor”.
Su poema “Palabras”, el octavo de la serie de nuevo nos acerca a una reflexión sobre las distintas lenguas que configuran a un sujeto que nunca es monolítico, siempre es pluridimensional, que alterna entre distintos espacios superpuestos:
El cuerpo como un punto de fuga, como un punto de confluencia y de partida, un “no espacio” que es todo el universo comprimido en un punto, como el Aleph de Borges. Esta es una idea fecunda que nos regresa a las leyes de la perspectiva descubiertas por los pintores del renacimiento, que se desvivían por encontrar las reglas matemáticas de la proporción y la simetría.
¿De dónde recoge sus señales el poeta? Esta es la pregunta que la autora deja retumbar en el espacio blanco, en los blancos de la página del golpe de dados de Malarmé, aboliendo el azar de los espacios silenciosos. En efecto, en esta serie de poemas se evidencia también una concepción de la poesía como juego, “el juego de hablarnos a los ojos bajo el agua”. La poesía de Esperanza Vives nos deja así sumergidos en un mundo de señas y señales, recibiendo y descifrando los signos ocultos en los ondas de la superficie del agua.
Selección – Poemas de Esperanza Vives
Violeta Orozco (Ciudad de México, 1989) es una poeta bilingüe, traductora e investigadora mexicana. Autora de los poemarios El cuarto de la luna (Literal 2020), As seen by night/La edad oscura (en imprenta). The broken women diaries (en imprenta). Es colaboradora de Nueva York Poetry Review, en donde traduce poetas Mexicano-Americanas y Latinas al español en su sección Lenguasuelta. Actualmente realiza el doctorado en Hispanic Literature and Culture en Rutgers University, en donde se dedica a investigar poesía y performance feministas de chicanas y mexicanas.