
Kari Lydersen
Clavel Rangel, Periodista venezolana nos cuenta las historias detrás de la crisis migratoria
3 November, 2024
Como periodista de investigación en Ciudad Guayana, en el sur de Venezuela, Clavel Rangel cubrió las industrias del metal y la minería, y a los trabajadores sindicales para los medios Correo del Caroní y Armando.info. Además, cofundó la Red de Periodistas de la Amazonía Venezolana. Dejó el país para irse a Estados Unidos en 2020, enfrentando persecución por sus reportajes. Ahora, Rangel radica en Miami y reporta sobre la difícil situación de los venezolanos que han llegado recientemente a Estados Unidos. Contratiempo conversó con Rangel durante su reciente visita de trabajo a Chicago.
Contratiempo: ¿Puedes compartirnos un poco de tu situación al dejar Venezuela y venir a Estados Unidos?
Clavel Rangel: Dejé mi país en octubre del 2020 después de que mi colega y yo fuimos demandados por un hombre de negocios muy poderoso con lazos en el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Ciudad Guayana supone ser una alternativa a la industria del petróleo en Venezuela, un poco como el Detroit o Pittsburgh de Latinoamérica. Hay mucha energía hidroeléctrica y materias primas como acero y aluminio, así como también industria extractiva como el oro y la bauxita –tenemos una gran reserva de bauxita– producimos aluminio pero también muchos productos de bauxita. Así que estábamos cubriendo cómo esta persona creció en la industria del aluminio y creó compañías que hacen inversión social para niños, la salud y muchos otros beneficios sociales.
Pero bajo el régimen del anterior presidente Hugo Chávez y del de Maduro, la corrupción creció mucho. Hay que recordar que con Chávez tuvimos el mejor precio del petróleo en la historia; usaron millones y millones de dólares para transformar el país y usaron ese poder para crear un estado paralelo, populismo, y mucha corrupción.
En un punto de mi carrera decidimos investigar la corrupción en esta industria, y por causa de mi reportaje fuimos demandados por insulto y difamación. En Venezuela la difamación es un crimen. Es una vieja ley que no se usa mucho, pero algunos de estos hombres de negocios la descubrieron y empezaron a usarla contra periodistas. El castigo puede ser de hasta 5 años de cárcel. En 2020 decidimos que era muy posible que empezaran a poner restricciones para salir del país, o que hicieran tener que reportarnos en la corte cada 15 días, mientras esperábamos al juicio.
Mi colega decidió quedarse, yo decidí irme, en parte porque en 2013 enfrentamos un caso similar por otra investigación que hice sobre la industria del hierro. Acusaron a mi jefe de difamación y fue sentenciado a 5 años de cárcel, pero como tenía ya 75 años no tuvo que ir a prisión. Cancelaron su pasaporte y no puede ni votar.
Viví este caso muy de cerca. Sé cómo funciona la justicia en Venezuela.
CT: ¿Por qué quieres contar las historias de los migrantes venezolanos en Estados Unidos?
CR: Solíamos ser un país que recibía migrantes, como durante la Segunda Guerra Mundial, y recibimos mucha gente también de Latinoamérica en los 70s, de países bajo dictaduras. Recibimos gente de Italia, España, Portugal, Argentina, Colombia. Ahora, es la primera vez en nuestra historia que nosotros nos hemos convertido en migrantes forzados, en refugiados, en personas desplazadas. Cuando esto comenzó en Venezuela, cuando empecé a cubrir el gobierno de Hugo Chávez y la situación política, nunca pensé que llegaríamos a este punto. Se supone que somos un país rico porque tenemos petróleo, pero nunca pensé que tendríamos una industria en bancarrota debido a la corrupción. Cuando vine a Estados Unidos en el 2020, no había muchos migrantes de Venezuela. Varios que volaron con visas de turistas después solicitaron asilo. Cuando empezó el 2021 y vimos la situación en la frontera, pensé “tengo que cubrir esto”. He estado cubriendo este tipo de crisis humanitaria desde 2014 (en otros países); tenemos muchos refugiados venezolanos en Colombia y Brasil. Así que sentí la necesidad de seguir cubriendo estas historias. Tengo curiosidad por saber qué está pasando, qué tipo de resiliencia desarrollan estas comunidades en Estados Unidos, cómo se integran a la comunidad.
CT: ¿Qué crees que deben hacer los funcionarios públicos al respecto de los migrantes?
CR: Creo que dentro de lo que cabe, están haciendo lo mejor posible. Me gustaría ver a los gobiernos de los estados trabajar juntos para encontrar la mejor solución. Muchos de estos estados necesitan trabajadores, pero muchos de esos líderes políticos no están pensando ni en los antecedentes ni en el contexto de Venezuela y su gente. Si reflexionas sobre las causas de esta situación puedes entender y desarrollar políticas internacionales mucho mejor. Por otro lado, dentro de Estados Unidos necesitamos trabajar juntos para enfrentar esta situación. Usar migrantes o refugiados como herramientas políticas sólo está empeorando el problema.
CT: ¿Qué tipo de problemas y condiciones escuchas de estos migrantes–del tipo vivienda y salud?
CR: situación es diferente. En Latinoamérica hay mucha xenofobia, y algo que llamamos “pobrefobia”. Hemos empezado a ver que migrantes de clase media o alta son muy bien recibidos, pero si otros vienen con las manos vacías, el trato es muy diferente.
La gente teme perder su trabajo porque se lo van a dar a un inmigrante. Esto ha polarizado el discurso y la política en muchos países, politizando a los migrantes por motivaciones políticas.
Pero muchos de ellos son resilientes; saben que lo que quieren lograr al venir a este país va a ser difícil de obtener, pero la gran mayoría está trabajando para mejorar sus condiciones, para mandar dinero a sus familias en Venezuela y en otros países, para ver que su familia tenga acceso a la salud, a la educación y al trabajo.
Muchos están huyendo de la persecución política en Venezuela. Uno no tiene que ser líder de la oposición para ser perseguido; si tan solo eres un líder comunitario que exige acceso al agua, o a electricidad, puedes enfrentarte a acoso político por eso. No es esto un solo problema, sino muchas crisis en una.
CT: ¿Qué quieres que la gente en Estados Unidos aprenda de tus reportajes, o de la actual crisis migratoria?
CR: Lo que queremos que la gente entienda, más allá de las estadísticas, son las historias detrás de cada niño recién llegado.
Kari Lydersen es periodista, autora y profesora en Chicago, y dirige la especialización en Investigación y Justicia Social en el programa de posgrado de Northwestern University. Es autora de Mayor 1%: Rahm Emanuel and the Rise of Chicago’s 99%.