Margarita Saona

Margarita Saona

Entre la luz y la sombra: Fiat Lux de Jochy Herrera

14 August, 2023

De Jochy Herrera sabemos su amor por el lenguaje, el arte y la vida y este nuevo libro, Fiat Lux, vuelve a sumergirnos en esa visión particular que solo Jochy es capaz de ofrecernos estos días.

Leo Fiat Lux al medio día, en el patio del edificio en el que vivo, en Rogers Park. La brisa del lago y un clima inusualmente templado para Chicago me invitaron a traerme para aquí el almuerzo y la lectura. Sentada bajo un árbol, las palabras de Jochy me hacen contemplar la ondulante sombra que dibuja hojas contra el iluminado pavimento, la luz y aquello que se le interpone se me hacen mágicos gracias a Fiat Lux y veo arte donde antes no veía nada, con los sentidos adormilados por la cotidianidad. Es la sombra la que permite que el sol del mediodía no me deslumbre y que el blanco de la página no me ciegue y las palabras de Jochy convierten mi almuerzo en un cuadro de Monet. Sus reflexiones sobre los fenómenos físicos y anatómicos que constituyen nuestra visión me devuelven la mirada, me hacen percibir las cosas de nuevo y ese es el efecto más importante que puede tener la literatura: palabras hechas revelación.

Fiat Lux recoge una serie de ensayos sobre el arte desde ángulos muy variados que incluyen la fenomenología, por ejemplo, con referencias a Merleau-Ponty, sobre cómo experimentamos el arte a partir de los sentidos, como algo vivido con el cuerpo, pero también con una amplísima erudición que nos lleva desde la cueva de Platón a las cuevas de Altamira, que se adentra lo mismo en Caravaggio que en Kandinsky. Al hablarnos del arte, Jochy nos plantea preguntas que han sido, desde siempre, inquietantes: qué comunica el arte, cómo sabemos que lo que comunica para mí es lo mismo que comunica para ti cuando nuestra percepción depende de factores como la refracción de la luz y la distribución de conitos y bastoncitos en nuestra retina.

Jochy nos lleva a recorrer la luz a través de todos sus matices, de las distintas frecuencias del espectro, dedicando ensayos al azul, al rojo, al amarillo, al verde, al blanco y al negro, el color sin color. Cada uno de esos ensayos invoca la historia del uso de cada color en nuestra historia y el énfasis que le dan distintos artistas. Otros ensayos nos llevan a considerar la simpatía existente entre color y música, frecuencias de luz y frecuencias de sonido que se convierten en experiencia estética. Fiat Lux nos lleva incluso a la reflexión acerca del arte hecho de luz por excelencia, la fotografía.

Los dos tipos de cavernas de las que nos habla Jochy, las de Altamira y la de Platón, constituyen dos instancias centrales en el universo de luces y formas que nos presenta Fiat Lux: las cuevas de Altamira dan ocasión a nuestro escritor para hablar del muy material desarrollo de pigmentos, del inicio de las artes representativas unido al desarrollo tecnológico que permite sellar el color sobre la piedra y crear manchas cuya forma nos remite a la de seres que forman parte de la experiencia humana; la caverna de Platón, por el contrario, es una caverna metafórica que sugiere que lo que percibimos como realidad son apenas sombras, que como seres humanos accedemos solamente al lado oscuro de un mundo luminoso al que solo puede acceder quien descubre lo engañoso de nuestros sentidos. Pero Jochy es un materialista, no porque no crea en la espiritualidad o las ideas, sino porque sabe que ese mundo platónico está afincado en el conglomerado de átomos que somos.

Para darles una muestra de lo que estos ensayos nos ofrecen me permito citar en extenso dos pasajes que ejemplifican la sinfonía de sensibilidad y conocimientos, de hechos concretos y verdades científicas junto con muy humanas emociones que nos ofrece este libro. 

 

Dice Jochy:

[…] la Paleontología y la Biología nos enseña que debió transcurrir más de un millón de años para que los animales pluricelulares que nos precedieron lograsen detectar la diferencia entre la claridad y oscuridad y se desarrollase un ojo de visión compleja y alta resolución como el humano actual cuya sofisticadísima retina es, precisamente, un recuerdo de la historia evolutiva. Moluscos, artrópodos y vertebrados llegaron a compartir a través de dicho proceso elementos básicos comunes tales como células fotosensibles, proteínas retinianas especializadas, y otras estructuras al punto que el principal gen regulador de su maduración, el PAX6, aún persiste entre ciertos animales. Así, cada ser vivo desarrolló y posicionó los ojos a conveniencia propia: únicos o múltiples dotados de visión marítima o exclusivamente terrestre, colocados hacia el frente como en los predadores o en múltiples direcciones para una más rápida huída, en el caso de algunas presas. (118) 

 

La voz que parece sobretodo científica en ese pasaje se vuelve toda pasión barroca al hablar del color rojo:

Fuego y sangre justificarán las ancestrales simbologías del color que nos ocupa evidenciadas en la intensidad, el misterio y la belleza que han acompañado a través de las civilizaciones: personificación del poder, de la agresividad o la violencia; rostro el amor y la pasión, de la rúbrica en la heráldica y la vexilología; sinónimo de deuda en el ejercicio de la contabilidad o estado de peligro en los deportes competitivos, el tráfico y las playas. El reflejo del dominio divino purpurado y pentecostal; del ethos satánico de los pecadores y también de la guerra gracias al distante Marte; color de la carne y sus peligros, de la fertilidad o la esterilidad asociada al ciclo menstrual y del azufre de la alquimia; recordatorio de festividad en las páginas de los calendarios y evocación del sonido de trompetas, según consideró Kandisnky; seña del rubor delator del sentimiento hoy ocultado por el rouge sediento de juventud; alegoría de las llamas purificadoras, del sacrificio y sangre de Cristo en la liturgia; insignia liberadora de los jacobinos en la Francia revolucionaria y magnificencia del triunfo obrero en la epopeya Bolchevique. Y por supuesto, encarnación de lo prohibido en bocas de fresa que ocultan su sed tras el furtivo carmín delator.

 

Quiero invitarles así a sumergirse en estos ensayos, a saborearlos uno a uno, pidiéndoles que se detengan de tanto en tanto para mirar a su alrededor. Les aseguro que lo verán todo bajo una nueva luz, no porque exista ese mundo platónico real frente a un mundo que sea solamente su proyección, sino porque a veces nos olvidamos de mirar y de pensar o porque no nos preocupamos de tratar de entender al universo que nos rodea. Este hermoso libro, con una muy cuidada edición que incluye ilustraciones de muchas de las obras de arte que examina, es muchas cosas: historia del arte, de la tecnología , de la ciencia, lección de anatomía y de procesos neurológicos, física de la luz y de la óptica, pero es, sobre todo, pasión por la palabra, la pintura, la música, y, en fin de cuentas, por todo lo que conforma nuestra humanidad.

 


Margarita Saona vive en Chicago desde hace más de dos décadas y enseña literatura y estudios culturales en la Universidad de Illinois y es parte del consejo editorial de contratiempo.