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La bestia

31 October, 2024

Cuando somos niños, nos cuentan historias de miedo, historias con
monstruos y bestias. Hay unas bestias más bestias que otras y unos
monstruos más monstruos que otros. A veces vienen en sueños y otras
en las vías del tren.

 

Ya es tarde y la estación está repleta; seguramente escoger un asiento va a ser una lucha, especialmente después del incremento de pasajeros alrededor del puente rojo: los refugiados. Sé lo que se dice por las calles, pero lo ignoro. No sería yo, una inmigrante, hija de inmigrante, sobrina de inmigrante, nieta de inmigrante, quien les diga que regresen a su país. 

Espero el tren naranja al ritmo del punzar de mis pies. ¿Cómo es que ser estudiante se ha vuelto tan cansado? Cuando entro a mi vagón, veo un asiento libre, un asiento entre un español acentuado, un acento que no es el mío. Lo he escuchado desde hace unos días ya, pidiendo instrucciones, preguntando cómo funcionan estos trenes divididos en colores. No sé si alguien en el vagón les ofrecerá ayuda de necesitarla debido a sus ideas coloristas. Así que decidí espiar, en caso de que lo hagan.

Los miro sin mirarlos. Un pequeño color oliva y cabello rizado, retorciéndose entre los asientos, está hipnotizado por el pasar de los trenes. En frente de Back of The Yards están los vagones congelados que veo cada semana al volver a casa, vagones a los cuales nunca les había dado importancia.

“Mamá, mamá, mira la bestia, mamá.”

La bestia. Y de nuevo miro a ese niño. No lo miro, lo veo. Su cuerpo delgado, sus brazos frágiles, sus ojos verdes y su sonrisa emocionada. Un niño de unos seis años. Y de repente me regreso a primero de primaria. ¿Qué aprendí en primero de primaria? Escribir mi nombre, los colores, jugar con rompecabezas, las traes o las escondidas. No recuerdo haber oído de la bestia a mis seis años, no sé si aún seguía en la primaria cuando aprendí cómo se veía. Pero él, él sí sabía. La madre sin emoción y con aspecto cansado lo shushea y le dice que la bestia no llega hasta Chicago. Y es verdad, no llega. Y sin embargo, él está aquí, con su madre, en el tren de la línea naranja. No puedo más que pensar en los titulares que exigen su regreso, su expulsión. ¿Qué otras bestias habrán enfrentado para llegar a la línea naranja y cuántas más enfrentarán para poder quedarse?

 


Diana Gurrola es una poeta y escritora originaria de Durango, México. Estudiante en la Universidad de Illinois en Chicago. Su enfoque abarca la poesía, las historias cortas y la no ficción creativa tanto en inglés como en español. Cada nuevo día es una experiencia, un poema, una nueva historia.