
Miguel Marzana
La travesía de los recién llegados: Testimonios de un viaje a pie
10 November, 2024
Ante la preocupación del aumento de personas de distintas nacionalidades que migran a EEUU y otros países alrededor del mundo, la sociedad y los gobernantes muchas veces prefieren desviar la vista y desestimar las vidas y las experiencias de los inmigrantes. Frente a la deshumanización que estas personas pasan en el proceso de sus viajes es importante tener presente que las vidas y los cuerpos de estas personas tienen un rostro, un nombre, y un motivo que los superó, por el cual decidieron dejar sus países.

Mirador por Diego de la Rosa
1. Katerine
Hola me llamo Katerine, tengo 34 años y ya hace dos meses que estoy en Chicago con mi hija de 6 años y mi hijo de 10. Yo dejé Venezuela a causa de la inseguridad y la delincuencia; asesinaron a mi marido, a raíz de eso perdí mi casa y me fui a vivir con mi mamá. Los delincuentes me tenían amenazada a mi y a mis hijos y entonces mi mamá me pidió que mejor me fuera del país. Si usted me pregunta si me fui por culpa del gobierno y así, yo le diría que me fui por la violencia, me tenían amenazada y ya no podía aguantar, tenía mucho miedo. Me vine derecho desde Venezuela, llegué a Colombia sin problema, pero desde ahí fue muy difícil, especialmente cuando entramos a la selva del Darién, hasta salir de Panamá; fue algo muy traumático tanto para mi como para mis hijos, la pase muy mal, no conseguía comida, duré 5 días ahí adentro, vi muchos muertos, lloré demasiado, mi hija se enfermó. Por suerte me ayudaron y me trajeron a Costa Rica sin pagar ni un peso porque oye, estaba mi hija muy grave. Estando en Costa Rica para pasar a Nicaragua tuve que guerrear un poco porque me estaban pidiendo mucho dinero para pasarme a mí y a mis hijos; tuve que rogarle a las personas que me ayudaran a pasar y de esa forma llegué a Nicaragua, Honduras, Guatemala, y bueno, parte del trayecto más difícil y más fuerte también fue en México. Tuve que subirme al tren que se llama “La Bestia” y ahí se me hizo rudo porque duré tres meses en México tratando de sobrevivir, es bien fuerte esa travesía, no se la deseo ni a mi peor enemigo. Así en varios países me pidieron dinero para pasar y tuve que suplicar y a veces esas personas me ayudaban porque veían que la salud de mi hija se estaba deteriorando. Mi travesía duró 8 meses, caminamos y caminamos, fue fatal, especialmente en el Darién, porque hay muertos, animales y cosas que se ven que de verdad a nadie se le pasaría por la mente. Hay muchos muertos, personas que se mueren de hambre, personas que se las lleva el río o las pican los animales, o se caen y se rompen y se quedan ahí y lamentablemente todo eso también lo vieron mis hijos. Yo crucé con un grupo de unas 300 personas de muchas nacionalidades: ecuatorianos, haitianos, peruanos, colombianos, chilenos, hondureños, hasta chinos. Pero el recorrido se acabó y gracias a Dios ya salimos de eso y estamos aquí. Es fuerte, lo peor de todo el viaje fue la selva del Darién, hay gente en Venezuela que me pregunta cómo llegué y yo les digo que por un milagro, y que no lo intenten porque no todos aguantan y no todos corremos con la misma suerte.
2. Luis
Yo me llamo Luis y tengo 54 años de edad. Yo salí de mi comunidad San Pablo de Urama, estado de Carabobo, el 20 de enero de 2019. Me fui por la situación política; yo trabajaba en una petrolera pero me despidieron por no apoyar un candidato a la alcaldía del municipio Juan José Mora que sigue la línea del presidente actual de Venezuela. Me fui a Táchira frontera con Cúcuta y ahí sellé mi pasaporte, de ahí fui a Cundinamarca y luego a Aguachica con la idea de irme a Chile, pero como creyente de la palabra del Señor, yo veía que las cosas para ir a Chile no se me daban y decidí esperar el momento que Dios me dejara. Hasta que se me dio la oportunidad en octubre del 2023 y mejor decidí venir aquí. Empecé el viaje desde Bogotá a Necoclí y de ahí 2 horas en lancha hasta Acandí donde hay un campamento para refugiados; al día siguiente enfrentamos a la selva del Darién, esa selva de la que escuchan tantas cosas que creo que solo Dios permite pasarla. El Darién es muy riesgoso, porque si uno no está preparado física y mentalmente, con mucho respeto uno se queda ahí; yo vi tantas cosas que me afligen y también porque no siempre puede uno ayudar a las personas. En la selva duré 3 días, me mantuve con atún, pan, queso panela, caramelos, hasta que llegamos a un pueblo indigena en Panamá que se llama Bajo Chiquitos; ahí pude ver que el pueblo se colapsó, no estaba preparado para recibir tanta gente, la comida se agotó, el agua no era segura para consumir. Ahí me registré con la ONU, de ahí hice un recorrido en lancha hasta el extremo de Panamá, hasta la otra ONU donde te hacen otro registro para entrar a Costa Rica, luego pasé a Nicaragua hacia Honduras, de ahí avanzamos hasta Guatemala y fue rudo porque lamentablemente había mucha presión, te revisaban por todo y si veían que eras de otro país, seguro te quitaban dinero. Luego llegué a Tapachula, México, pasé 7 puntos de inmigracion y fue traumático, en todos lados te piden dinero y si no lo tienes te regresan. A mí me regresaron, me quedé solamente con mi biblia y esta cita que está en Salmos 91:11 que dice: “pues a sus Ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todo tu camino”. Con suerte llegué a la Ciudad de México, ahí escampé en casa de una amiga que me acogió, Nai, a quien le agradezco mucho porque uno llega deshecho a México. Estuve 3 meses en México, conseguí trabajo por lo que estoy muy agradecido. Un 19 de diciembre llegue a Ciudad Juárez montado en el tren; el viaje tardó 3 días, no fue nada fácil viajar encima del tren, hacía mucho frío, una mañana desperté con los pies congelados, no me podía mover, también recuerdo mucho a mi amigo Alejandro que se cayó del tren, pero igual nos reunimos allí y pudimos pasar. Ese mismo día nos entregamos a inmigración por la puerta 36 y cuando finalmente pudimos entrar a tierra americana, los agentes de inmigración nos dijeron: “Bienvenidos a los EEUU”; ahí respire hondo y encontré paz, salí el 22 de diciembre del 2023 por el El Paso, Texas, se sentía la navidad, la ciudad estaba adornada y yo en mi mente tenía a mi familia conmigo, sentí muchas cosas buenas, la brisa, el cantar de los gallos, el recuerdo del sabor del plátano verde con arroz, caraotas y chigüire, el jugo de las lechosas, de las naranjas… Me dieron corte aquí en Chicago y ahora gracias a Dios estoy aquí y tengo trabajo.

Watcher por Diego de la Rosa
3. Nelvis
Mi nombre es Nelvis, tengo 21 años y tengo 4 meses en Chicago, yo me fui de Venezuela porque participé en unas marchas junto con mi hermana en el año 2021. Mi hermana es profesora suplente, en esas protestas pasaron cosas, se llevaron a mi hermana y me la devolvieron golpeada y amenazada después de una semana. Yo viví y presencié cosas malas en esas marchas y por eso un día un coche me paró y me dijeron que me tenían en video protestando, y que si no me iba lejos o fuera del país en 24 horas se la iban a cobrar conmigo y mi familia. Sentí mucho temor y me salí, yo tenía 17 años. Gracias a mi presidente Maduro conocí 8 países caminando, fue muy duro, mi familia me montó en un coche a las 4 de la mañana para que nadie me viera y me dirigí a Colombia, ahí pase muchas cosas, me tocó duro como a todos, ya después de un tiempo decidí dejar Colombia y buscar el sueño americano, pero primero tuve que enfrentar la selva del Darién. Duré 3 días en la selva, vi muchas cosas, muchos muertos, me dio mucha tristeza ese camino, un día encontré una carpa con tres personas muertas adentro, una mujer haitiana con dos niños. Ellos ya tenían tiempo ahí, sus cuerpos estaban en descomposición, esa ruta no es segura, no recomiendo a nadie que tome ese camino, uno pasa mucho sufrimiento, mucho dolor, yo estaba solo, viajé solo, le encomendé mi vida a Dios. Tenía poco dinero, en Panamá trabajé haciendo muchas cosas, lavé platos, cargué agua para hacer mis pasajes, luego en Costa Rica, hice trabajo comunitario con la ONU, en Nicaragua vendí caramelos, pedí ayuda en los semáforos, fue duro porque mucha gente te pone por el piso. Llegué a Honduras y me metí a trabajar recogiendo fruta; en Guatemala unas personas de un refugio me ayudaron y pude llegar a la frontera con México, al Ceibo. En México me agarró migración y me detuvieron varios días; me soltaron en Villa Hermosa, Tabasco. Mi familia estaba preocupada porque no tenía cómo comunicarme. Trabajé en un mini abasto en Oaxaca, tardé un mes en México para tomar el tren en la Ciudad de México con dirección a Monterrey, esperé varios días que venga el otro tren a Torreón, ahí fue muy difícil porque el tren tarda días en llegar y no se detiene, uno ve familias sin comida, niños enfermos en plena lluvia y sol. El último tren me llevó a Piedras Negras, luego me entregué a migración, me hicieron mis papeles, pero me tuvieron 9 meses detenido, sufrí mucho en mi proceso, pero ahora estoy aquí luchando. Mi mensaje para Nicolas Maduro Moro es que ¡Viviremos y venceremos por la patria de nuestro país! Que deje la presidencia y le devuelva el país a los venezolanos porque esas elecciones fueron injustas, todos sabemos que Edmundo fue el ganador y los que nos hemos ido queremos regresar a nuestro país, a nuestra casa, con nuestros padres y con nuestras familias.
Miguel Marzana es poeta y escritor boliviano, es miembro del consejo editorial de la revista contratiempo y coordinador de sus talleres de poesía y creación literaria.
Diego de la Rosa es un artista plástico venezolano que actualmente vive y trabaja en Toronto. Su obra explora el impacto cultural de la crisis social en su país natal y utiliza el simbolismo para explorar las ideas y los sentimientos nacidos de esta realidad. Diego se graduó de la OCAD University (2015) y obtuvo Bachelor of Fine Arts: Drawing and Painting. / diegodelarosa.com