Catalina Maria Johnson

Catalina Maria Johnson

Ouroboros: El derrumbe del proscenio tiene olor a rosas

26 March, 2024


Desde el momento que entramos al espacio de Links Hall, comenzó el encanto de Ouroboros: la danzante y coreógrafa Nejla Yatkin nos dio la bienvenida rociando a cada persona con agua de rosas y ofreciéndonos un lokum –delicia turca– como es la costumbre de Anatolia, su región natal.

En esta obra mágica, Yatkin brinda una reflexión multilingüe, comunitaria e íntima de las diversas formas en que se cruzan y se mezclan nuestras culturas, identidades, y lenguajes a lo largo de las odiseas internas y externas de la vida que van formando nuestros universos particulares.

Ouroboros es una obra ideada en tiempos de pandemia, resultado de las reflexiones de Yatkin sobre su trayectoria personal y profesional como danzante, desde su experimentación de los 70’s hasta los escenarios profesionales, experiencias que crearon en ella deseos de romper la división entre el proscenio y el público, en pos de una fluidez que también reflejara las relaciones y permeabilidad entre diversos lenguajes y fronteras culturales. Explica Yatkins que Ouroboros parte de su perspectiva tri-cultural y tri-lingüe (a la cual la artista también añade en ciertos momentos de la obra el lenguaje de señas de los sordos y el canto): “Durante la pandemia, pensé mucho en mis propios orígenes. Y también regresé a mi origen nómada y a cómo ese estilo de vida es de alguna manera tan sencillo, pero tiene conexiones profundas con cómo nos relacionamos en comunidades entre nosotros. Y la importancia de reunirse en círculos, cantar en círculos, bailar en círculos, hablar en círculos, comer en círculos; por ende el círculo se volvió un tema central.

Y de esta manera nació la estructura general de la obra de Yatkin en en torno al concepto del uróboro, la serpiente que se come su propia cola y símbolo antiguo egipcio y griego que se refiere al ciclo interminable de creación y destrucción, nacimiento y muerte, símbolo de la eternidad y del cosmos sin principio ni fin.

Durante el espacio de aproximadamente una hora, Yatkin cuenta historias sensibles, paradójicas y poéticas entrelazando su danza por dentro y fuera del círculo que formamos el público y cuyo centro está cubierto de pétalos de rosa. Las historias giran en torno a temas que fluyen del uno al otro:  la importancia de la serpiente en diversas culturas y contextos a través de la historia, el baile de la víbora, la danza del vientre, el Jardín del Edén, las palabras que representan ideas, objetos y sentimientos,  y el patriarcado que a lo largo de la historia busca apagar el feminino divino, inclusive en algún momento queriendo ciertas entidades religiosas prohibir y eliminar la “s” por considerar esta sibilante sumamente peligrosa.

Durante la obra, Shamou, artista musical de Irán, criado en Londres y hoy día radicado en North Carolina y Director de Música para Danza en UNC compuso la música para la obra, inclusive  grabaciones de instrumentos digitales inspirados por las historias y las regiones de cultura de Anatolia.

En algunos momentos, Yatkin invita a los presentes a danzar en círculo, y bajo el encanto de la serpiente y del agua de rosas, casi todes nos paramos y hubo que formar dos círculos. Entrelazados mano a mano, giramos y giramos al compás del tambor persa de Shamou, marcando pasos por la forma más común de espacios sagrados comunitarios a través de todo el mundo. Nos sonreíamos entre tropiezos –todo parte de la intención de Yatkin, crear una intimidad en la que la gente interactuara, bailara, se divirtiera, y se conectara. 

Fue también su propósito unir la experiencia individual con lo universal, explica Yatkin – “Estamos todos entrelazados, realmente no son reales los límites obligados en nuestras culturas, porque todo está tan influenciado por los demás. Durante siglos, hemos viajado e intercambiado; las culturas se han influido mutuamente tanto desde los intercambios de la Ruta de la Seda. Cada vez más ponemos fronteras entre nuestras culturas, cuando antes las culturas eran nómadas, fluidas, comerciales.” 

Nuestra pequeña audiencia formó vínculos al participar en el arte; nos volvimos parte de la obra. A la vez, las reflexiones de Yatkin y el camino circular que trazamos traían a mente las delicias y sinsabores del impredecible número de vueltas que le daremos a nuestro sol.  Y como dice la canción de Peggy Lee que también tiene su momento en Ouroborus: Si eso es todo lo que hay, mis amigos, sigamos bailando.

En Ouroboros, experimentamos hipnotizantes momentos que al transcurrir, reflejaban la paradoja de la belleza y la tragedia de la vida. Afirma Yatkin que solo la paradoja se acerca a comprender la plenitud de la vida: “Tanta belleza pero luego también tragedia; y cómo abordamos y abrazamos y nos movemos a través de la tragedia también decide dónde terminamos.


Ouroborus es obra de Nejla Yatkin, Premio Guggenheim de Coreografía en 2023. La obra de Ouroborus recibió el premio National Performance Network y premio National Dance Project, gracias a los cuales se presentará en Boston, Tampa, Washington, DC, y Houston, con la posibilidad de regresar en la primavera a Chicago.


Catalina Ma. Johnson es miembro del consejo editorial de Contratiempo, periodista musical y locutora/productora del programa radial Beat Latino (www.beatlatino.com)